Curiosidad


A raíz de un trabajo en metodología, por alumnos de 2da 2da del turno noche de la Escuela Media Nº 201, acerca de lo negativo del embarazo en la temprana adolescencia, parte de su conclusión resaltó el curioso hecho contradictorio entre la información respecto a la sexualidad y el caso omiso que se hace del mismo, cuyo efecto final traducirse en embarazo; y hecho enjuiciado en términos de irresponsabilidad.

Es claro que el juicio de irresponsable aluda a cierta falta de recaudos para determinar si tales embarazos son buscados o no, pero la capacidad de tomar esos recaudos en el fondo implique un juicio moral y posicionar la sospecha como la desconfianza, acerca a ese segmento social al cual va dirigido: al de la marginalidad y al de la pobreza.

Como primera medida la palabra irresponsable como su opuesta responsable, no son actitudes o disposiciones emergentes de la nada sino que son o tienen sus significados en determinados contextos, surgen de una forma de estar de las personas en contacto con una realidad material y social. Así, si alguien cumple una serie de prerrogativas que le dicta el contexto como trabajar, estudiar, esparcimiento, actividades culturales etc., implique un sujeto responsable, ahora, ¿que contacto con eso material y social tiene una persona que no estudia, ni trabaja, ni se le exige nada, ni tiene una actividad concreta en su hogar, si sus condiciones materiales y sociales son casi nulas para llevarlas a cabo?, por el cual se trata del contacto con lo real de lo material y lo social que permita desarrollar hábitos y conductas, y es lo que debe tenerse en cuanta para afirmar responsabilidades e irresponsabilidades de las personas.

Por lo tanto, se trata de las condiciones materiales que rodean a las personas como lo determinante de actitudes y disposiciones, porque si se piensa que tales condiciones están sujetas a las aspiraciones, capacidades personales o habilidades varias, permítasenos disentir, porque en un contexto de desigualdad social determinado por lo material, será esa desigualdad quien provoque las condiciones de la precarización, la pauperización y la extrema pobreza, donde difícilmente las personas que viven en tales condiciones logren acceder a otras diferentes.

No será gratuito, entonces, que en su generalidad, sean los sectores más desprotegidos y los más expulsados de esa realidad económica los que experimentan el embarazo en la temprana adolescencia, y al respecto descontamos que cualquier joven está al tanto de la relación copulación y embarazo, sin embargo, es allí donde los ejemplos abundan y son cotidianos los casos de maternidad a tan temprana edad.

Entonces, el embarazo precoz en tales sectores, ¿se trata de una mera irresponsabilidad, de un no importar?, ¿o quizás la ausencia de una realidad con oportunidades e igualdades sume a las personas a una inercia existencial -especialmente en aquellas más jóvenes- donde las relaciones prematuras impliquen una forma de decir soy, estoy, hago?, es decir, un tipo de experiencia buscando hacer y potenciada desde la carencia.

Entonces, ¿la pobreza embaraza a las jóvenes?, no claro que pero la pobreza no es sólo el aspecto material sino el existencial, donde la falta de oportunidades concretas y la falta de incentivos, implica una pobreza de experiencias, y ante la amenaza del hastío o del porque sí y oprimidos ante un no poder hacer, el nuevo testimonio de existencia surja con el noviazgo, la sexualidad y el flirteo, por el cual un salto acontece, de la niña a la adolescencia y de allí a la mujer, todo ese proceso acortarse notablemente al quedar sintetizado ante la emergencia del embarazo.

Esto plantea que las condiciones materiales paupérrimas provocan un estado diferente de realidad en todos los órdenes en aquellas personas carenciadas, donde será preciso señalar que ellas tienen una responsabilidad pero que no tiene nada que ver con el sentido oficial de responsabilidad de la clase burguesa, porque el juicio de irresponsabilidad ejercido contra el segmento social del carenciado en el fondo, implica una categoría moral e ideológica al servicio de la clase dominante.

Y desglosemos este aspecto.

Por ejemplo, una niña, biológicamente en condiciones de ser madre, según el sentido de responsabilidad burguesa no puede serlo porque existen otras prioridades en ella como adolescente, pues debe estudiar, formarse, capacitarse y así, poder ingresar a un circuito laboral y lograr las condiciones óptimas para que en el día de mañana cuando se case y tenga familia, cuente con posibilidades reales para el desarrollo de la misma.

Pero, lo que en el fondo encierra tal aspecto es que ese niño para que devenga ser moral, responsable, confiable, debe ser fruto de una familia constituida sólidamente y seguir los parámetros mencionados según medidas de familia burguesa, por el cual todo segmento social que se aleje de esa condición será sospechado de ser algo no confiable, de portar una condición insuficiente, cargará con el estigma de la duda y no calificar como persona bien constituida por no ser burgués y es lo que sucede son los llamados negros, villeros, los ocupas, los piquetero etc., juicios que señalan una condición moral degradante cuando se trata de personas sujeta a condiciones básicas no satisfechas por ser precarizados.

Paralelamente, desde el gobierno consecuente con tal burguesía, no hará nada estructuralmente para generar las condiciones materiales y romper con la desigualdad económica provocadora de toda desigualdad social y su implicante a cuestas: malas condiciones de vida, trabajos mal pagos, subsidios con planes de trabajo, poca capacitación, falta de sistema previsional, higiene, alimentación etc.

Sin embargo, el aparato ideológico de ese gobierno, construirá una bomba de humo desperdigada por sus instituciones afines: las escuelas, e informando respecto a la procreación denominándola educación sexual, y que en el fondo, hablamos de instituciones cómplices del papel moralizante que tiene a aquella clase, como referente de toda la realidad social.

Por ello, será preciso señalar que sí existe una responsabilidad como su opuesta, pero desde la propia precarización y alejada del fermento ideológico de la responsabilidad burguesa, por el cual si alguna niña-madre ante un embarazo, decide no abortar, y si posteriormente no se hiciera o hiciese cargo del niño nacido, se hará cargo su grupo familiar de la abuela, la hermana o tía, como también el sentido del noviazgo devenido pareja a esa temprana edad y su consiguiente fracaso, habrá de redundar en nueva pareja, porque ¿qué otras actividades, hechos, acciones pueden hacer jóvenes que no sean aquellas que pivoten en las expectativas, esperanzas e ilusiones?, y eso, ¿acaso no son valores?

Así, el hecho del embarazo será consecuencia de una sexualidad iniciada como forma de un hacer buscando algo distinto, un sentido y de por si, inevitable ante un contexto empobrecido existencialmente ante la ausencia de condiciones materiales distintas, y potenciada por el bombardeo mediático del negocio burgués de lo cuasi pornográfico, que alienta por todos los medios al ejercicio de una sexualidad a secas y que en contextos de hacinamiento, con una privacidad sexual casi nula, ayude también como incitación.

La contradicción entre información y ejercicio de lo sexual, implica que la primera obedece a pautas de dominación desde lo ideológico y la segunda, a una experiencia vital desde la precarización, porque la conciencia esta determinada por lo social y lo social por los medios y modo de producción.

Juan Oviedo