Autocracia y Sociedad


Abuso municipal y complicidad de la sociedad geselina



Introducción


La historia occidental nos ha narrado el derrotero político en los estados antiguos y modernos en sistemas de gobiernos monárquicos y democráticos, en cuanto a este último, será a partir de la mitad del S. XIX en Occidente que será adoptado como sistema definitivo por la mayoría de los países occidentales.

Desde el ejercicio de su adopción y entrado el S. XX, especialmente en Latinoamérica habrán de sucederse ciertos hechos paradójicos, consecuentes de la relación entre electores y elegidos, ante el emerger de gobiernos autoritarios nacidos en la vigencia democrática y en especial, en aquellos gobiernos tildados de populistas, así, la paradoja en curso postulará el devenir de administraciones dictatoriales y autocráticas, elegidas democráticamente.

Tales efectos son nocivos para el sentido que representa lo verdaderamente democrático, pues, un elemento presente en la base del populismos fueron los ingenuos encandilamiento de postulados líderes o salvadores mesiánicos, ya que “Esta lectura populista de las condiciones sociales y económicas del pueblo, en la mayoría de los casos era realizada por sectores intelectuales y/o políticos, creando un planteamiento teórico o en los casos más pragmáticos, un plan o programa político de trabajo. Estos planteamientos eran considerados una respuesta a las necesidades populares, y posteriormente (o simultáneamente) eran llevados a las masas, que hasta bien avanzado nuestro siglo, poco conocían de escritura y lectura”.1

Históricamente los populismos en América Latina estuvieron representados en Perú, en la década del 30 con la presencia de Víctor Raúl Haya de la Torre, en Brasil entre 1930-1954 con Getulio Vargas y en la Argentina, con Juan Domingo Perón entre 1945-1955 y si bien, entre sus estrategias políticas figuraba la construcción de un nacionalismo combatiendo al imperialismo epocal, a posteriori, todo ello se iría diluyendo y terminar por imperar el desenlace personalista de tales individuos elegidos para soliviar las calamidades populares.

Aunque, otra mirada será posible en un populismo más contextual, cuasi contemporáneo y se trata de ese populismo que “….combina las patologías del autoritarismo y de la permisividad. Es autoritario con las minorías exitosas, ya que les impone la voluntad de las mayorías electorales, sancionando impuestos abusivos y violando sus derechos de propiedad. Una característica definitoria del populismo redistribuidor es la discrecionalidad del padre autoritario, la ausencia de reglas parejas y la falta de igualdad ante la ley: persigue y controla con mayor ímpetu a los sectores económicos que no son afines con su poder; subsidia a otros sectores, no en función de su eficiencia, sino por los votos que representa, por sus contribuciones políticas o por su poder de lobby.

Pero también el populismo es permisivo con los hijos preferidos. El instrumento central es el asistencialismo clientelista”.2

Sin embargo, los encandilamientos siempre hubieron de estar presente en la base de todo gobierno ya sea populista o no, y condición estructural en nuestros países Latinoamericanos, por el cual instaurar una cabal democracia en el hemisferio entero, se presenta como una de las tareas más difíciles de implementar.

Tales regimenes son la mezcla de dos condiciones básicas, un personalismo a ultranza y la incapacidad popular para intervenir en sus propias decisiones, cuyo corolario será que el personalista al detentar un poder total, habrá de imponer a lo institucional y utilizar a ese Estado raptado, para las conveniencias propias y partidarias.

Una democracia real y no declarada, contemplativa de las diversas instituciones, la división de poderes y respeto por toda minoría, serán instancias muy lejanas en el ejercicio democrático en América Latina, pues, la función pública siempre a sido utilizada para actuar a favor de los intereses particulares y por consiguiente, naturalizar el beneficio personal del político electo en todo gobierno nacional, provincial y municipal respectivamente.

El discurso formal nos expresa a lo institucional al servicio de la res pública, pero, los hechos revelan un feroz contraste, a no ser que se entienda como res pública a los intereses y ocupantes de cada institución, con acciones enquistadas en sistematizado usufructuo desde los poderes públicos, tal como ha sucedido y sucede en nuestro país.

La sociedad racional en posesión de las formas judiciales ha sabido confeccionar desde su reducido segmento de clase, un sistema justificado ideológicamente como democrático, cuyos políticos se ofrecen como naturales ocupantes a tales espacios de la representación, desde el fetichismo encarnado en sillones y bancas, donde el aceptar pasivo de tales postulantes por parte de la gente, implica un sólo significado, la credulidad de esa gente respecto a la representación la posiciona cómplice de un sistema explotado por los señalados políticos y justificados por la democracia electoral.

Desde la ley Sáenz Peña, este sistema es el aplicado hasta hoy en la República Argentina y ser las bases legales para el advenir de futuros populismos con sus consecuentes personalismos.

Aunque, exista algo más grave aun y es que el vecino, el proletario, el profesional, el cartonero disocien su realidad alejándola del significado de lo político, desde el creer que sus trabajos y sus salarios ganados participen de una realidad particular o efectos de una responsabilidad individual, sin percibir el hecho que ellos y todos en general, son un producto social digitado y determinado por una división del trabajo configurada desde las condiciones materiales de la producción y de la riqueza, perteneciendo a una clase en particular.

Tales señores y dueños de las condiciones materiales señaladas, son los responsables económicos de la sociedad y representados en el Estado por los mismos representantes que el peón, el trabajador golondrina o el asalariado vota, y que en el orden de la representación, usufructúan los dueños y patrones señalados y componentes de esa burguesía nacional.

Tal atentar en contra de toda conciencia social provocará la falsa conciencia de la individualidad y su papel en lo social, porque al posicionar como verdadero a lo individual niega en todo obrero, changador, peón, asalariado o profesional la importancia de lo social como realidad transformadora de la política a ejercer.

Posicionar lo individual en la gente, implica condenar a la indefensión a esa gente ante los dueños de los monopolios propios y extranjeros, condenar a peones, changarines, trabajadores golondrinas, asalariados y profesionales, a seguir prerrogativas e intereses de clase, ajenas a las suyas y a sus condiciones materiales.

Posicionar a alguien alejado de su propia voluntad es apartarlo para siempre del eje de la toma de decisión y así, jamás ser dueño de su propia realidad.

Esa imposibilidad de no ser dueño de la propia realidad se denomina precarización, y la mayor ocupación de tal precarizado será centrar sus días en la cotidiana lucha para cubrir sus necesidades varias, y presa fácil de la maquinaria electoral, germen del populismo.

Una fenomenología nace en todo precarizado ante el eslabón mediático de la maquinaria electoral en época electorales, el mirar a candidatos, a escuchar sus discursos, a creer en las propuestas y aceptar sin crítica alguna lo mostrado por los medios o por el contrario, a desentenderse de todo y votar según el momento, y después de la asunción de las nuevas autoridades, sustancialmente nada cambiar para ellos, pues, el nuevo gobierno no creará espacios económicos, ni abrirá otras fuentes laborales, en definitiva, quedar presos del circuito de la precarización y potenciada desde el asistencialismo.

Así, sin fuerzas, vencido y sin espíritu de lucha será imposible romper el círculo creado, y naturalizar a la política como competencia de los políticos y éstos, prestos de lo público pensando en lo privado consolidar tal vicio institucional, allende a otra naturalización de fondo, la doble y nefasta condición del precarizado, la de ser victimario y ejercida víctima ante la permanente pantomima de la cantidad.

Decimos pantomima porque nos hallamos frente a un sistema confeccionador de fechas y liso mercado electoral con un simple imperativo final: de trasmutar candidatos a presidentes, gobernadores e intendentes electos y en nuestro país, tras de haber retornado la democracia electoral de la última dictadura, tal imperativo mantenerse vigente.

A lo largo de los últimos 28 años de vivir en un sistema democrático, las correspondientes administraciones electas no han podido combatir la pobreza ni la precarización, al respecto las siguientes cifras, “Entre octubre/01 y mayo/02 hundieron en la pobreza a nada menos que 5.2 millones de argentinos y el índice de pobreza del país se elevó al 54.7% (Daniel Gallo, La Nación). De mayo a octubre, 5 meses después, hundieron a otros 2 millones: 7,3 millones de pobres en un año, 600.000 por mes, casi 21 millones de pobres en total, 6 de cada 10 argentinos (Ismael Bermúdez, Clarín). Y Claudio Lozano (CTA): si mantenemos el rumbo actual, el país finalizará el año con el 65,1% de la población en la pobreza (La Nación)3, claro todo esto es lo que hubo de provocar el corralito.

Si embargo, sí se ha sabido apelar al discurso democrático considerando sus facultades, recuerden por ejemplo, aquel dicho más o menos que decía, con la democracia se vive, se educa, se come y se trabaja y cuantas cosas más, se trata de aquel presidente entregador de su mandato seis meses antes de cumplirlo a la nueva calamidad electa y ésta, tras diez años de gobierno provocar el consiguiente chiste, ¿usted lo votó?, ¡porque yo no lo voté!, o como su vicepresidente de entonces, puesto en la presidencia ante la fuga de nueva calamidad instalada, optar por quien fuera en orden de importancia su tercer delfín y hoy, (fallecido esposo) de la actual presidente de los argentinos. Tal ser el derrotero de nombres, pero, lo peor, será el resultado de 28 años de sistema instalado, el progresivo empobrecimiento del país y Nación como tal.

Por supuesto, hubo otras minucias tales como presidentes por pocos días, golpistas o comisarios sospechados de torturadores y tras ingresar en la arena política lograr conseguir una banca más allá de no serle otorgada.

Pero, no todo queda en eso sino se trata de “La pobreza no entra en los modelos pero sí en el lenguaje diario, con el adorno de términos vaciados de significado como las instituciones del país. La gente tiene “libertad” pa’ decir lo que quiera (aunque hasta por hái nomás), pero no pa’ comer. La gente es “democrática”, “vota” (por ley), pero la “democracia” o “gobierno del pueblo” hace exactamente lo que no dice”.4

Por lo tanto, estamos siendo víctimas de una vieja y extensa tradición de abusos y maltratos, y esa es la verdadera tarea a considerar, a mostrar la presencia de los abusos en los gobiernos, como son las autocracias electas en nuestro sistema democrático, por ello nos habremos de ocupar de la presencia de tal autocrática y la complicidad de ciertas franjas de la sociedad.

Y para ello, nos posicionaremos en una determinada comunidad para alejarnos de toda generalidad, adoptando como referente a la localidad de Villa Gesell e investigar, considerar y analizar los alcances de este sistema de gobierno electo en 2007, autodefinido y arto publicitado como la gestión, partícipe sin más de la generalidad nacional planteada.

Tal gobierno al asumir, hubo de ejercer un estilo prontamente sospechado de abusivo por una serie de torpezas como malversación de fondos, publicidad oficialista y burla al sentido común, con un deliberante abusando de la fuerza de la mayoría y patoterismo municipal exigiendo coimas para habilitaciones, acomodos, prórrogas etc. Lo expresado nos muestra un personalismo centrado en la figura del jefe comunal y colaboradores de su gestión con el perfil de secuaces y algunos, como acosadores sexuales, características curiosas, pero, permitidas desde la seguridad que otorga la impunidad de ser funcionario municipal.

Un sistema de gobierno donde lo importante está en quien lo dice, lo piensa, lo ejecuta y lo decide, y no en lo pensado, en lo dicho, en lo ejecutable, ni a quienes involucran tales decisiones, o sea, “Autocracia (del griego αυτος autos 'uno mismo' y χρατος khratos 'gobierno, poder') es un sistema de gobierno absoluto, en el cual la voluntad de una sola persona es la suprema ley de un Estado….Su uso más habitual es para establecer un parámetro de poder político. Por ejemplo, la oligarquía es el ejercicio de poder por unos pocos, mientras que la autocracia se caracteriza porque el poder es ejercido por una sola persona, en vez de pocas. La autocracia es un sistema político diametralmente opuesto a la anarquía, la ausencia de poder, y bastante lejano de la democracia”.5

La historia de los gobiernos en Villa Gesell desde el reinicio del sistema democrático en 1983, posicionaría en su primera conducción a la administración del contador Allo, aunque, con un municipio y una sociedad muy distinta a la de hoy.

Aquella administración debió actuar ante una instancia inédita, ejercitar el gobierno propio, pues Villa Gesell fue declarada en 1978 Municipio Urbano de la Costa para ser después partido de Villa Gesell.6

Posteriormente, seguiría una nueva administración bajo la conducción del Sr. Fernández Heredia, pues, tanto Allo como Fernández Heredia hubieron asumido como representantes del partido radical, para después, surgir el primer gobierno peronista en la figura del contador Taboada, y llegar a 1995, año donde asumirá por tres periodos consecutivos el Sr. Baldo también del partido radical, y hoy día, gobernar nuevamente un gobierno peronista en la figura del Dr. Erneta al frente del ejecutivo municipal.

La tesis de este ensayo postula a la autocracia ejercida hoy en el partido de Villa Gesell como la continuidad de un sistema de gobierno en una sociedad colaboracionista en tal sentido, sociedad mucho más atenta al circuito del verano-verano sin preocuparse por valores ciudadanos, republicanos o democráticos, sociedad afecta a los discursos de la fanfarria electoral, sociedad con una fuerte tradición personalista acuñada por su fundador y mantenida por sus pioneros con sus nombres comerciales cuasi mesiánicos inscribiendo en el imaginario local, la importancia del conductor, del líder, del caudillo, del hombre fuerte llevando adelante la res pública, antes que el participar de todas las fuerzas comunales, de haberlas.

La paradoja en ciernes nos muestra la utilización de un sistema con intendentes ejercitando sus funciones desde la condición autoritaria del imaginario heredado, atentando así, contra el único espíritu del sistema, las minorías y los consensos y por otro lado, espíritu democrático sin nacer por el pragmatismo electoral enquistado.

Así, la consecuencia de este hecho hará de la sociedad un ente conducido inevitablemente por gobiernos autocráticos y mimesis de su propio reflejo: de ciudad de servicios a sociedad servicial edificada entre amos y esclavos.



Bibliografía


1- El populismo en América Latina, en Pág. Web: monografía.com (en línea)


2- Teijeiro, Mario, Populismo, Paternalismo y Liberalismo, en Pág. Web: www.cep.org.ar/2005/populismo-paternalismo-y-liberalismo/ (en línea)


3-Abuso de poder, en Pág. Web: http://www.abusodepoder.org/2003/03/23/abuso-de-poder-y-miseria-cantada-economia-yo-economistas-y-politicos/ (en línea)


4- Autocracia, en Pág. Web: http://es.wikipedia.org/wiki/Autocracia, (en línea)


5- Tauber Fernando et al, Villa Gesell, Reflexiones y datos para una estrategia de desarrollo, Ed. Universidad Nacional de La Plata, 1998, La Plata.


1 El populismo en América Latina, en Pág. Web: monografía.com (en línea)

2 Teijeiro, Mario, Populismo, Paternalismo y Liberalismo, en Pág. Web: www.cep.org.ar/2005/populismo-paternalismo-y-liberalismo/ (en línea)

3 Abuso de poder, en pág. Web: http://www.abusodepoder.org/2003/03/23/abuso-de-poder-y-miseria-cantada-economia-yo-economistas-y-politicos/ (en línea)

4 Abuso de poder, op-cit.

5 Autocracia, en pág. Web: http://es.wikipedia.org/wiki/Autocracia, (en línea)

6 Tauber Fernando et al, Villa Gesell, Reflexiones y datos para una estrategia de desarrollo, Ed. Universidad Nacional de La Plata, 1998, La Plata