Tal vez, algunos de ustedes habrán tenido la suerte de leer grandes obras de la filosofía política como “el Leviathan” de Thomas Hobbes, “El Contrato Social” de J.J. Rousseau o “Segundo Tratado sobre la sociedad Civil” de John Locke. Para los que no, trataremos de resumir en breves líneas, los tres autores planteaban que el hombre, antes de vivir en sociedad, se desenvolvía en un estado de naturaleza total, que iba desde peligroso y altamente beligerante (como para Hobbes) hasta pacifico y tolerable (Locke). En Este estado de naturaleza todos los hombres eran iguales y ninguno podía darle ordenes a ningún otro, principalmente era un estado igualitario.
El problema se presentaba en algunos momentos en los cuales se generaban inconvenientes, principalmente con respecto al respeto de la vida ajena y la propiedad privada. Ya que en un estado de iguales no
hay un ser o ente superior que nos proteja ante eventuales ataques.
Por lo pronto esto inconvenientes, el concepto variara de autor en autor, solo podían ser controlados por una especie de “sálvese quien pueda”, donde triunfaba el más fuerte y más capacitado.
El problema comenzó cuando este estado de naturaleza se convirtió en un estado salvaje, con poco respeto por la vida y la integridad humana, y fue necesario la intervención de un ente superior que nos
cuidara y protegiera y castigara a quienes actuaban contra los pares.
Obviamente no podían ser los mismos hombres porque estos pasarían a ser “jueces y partes” de un mismo hecho, entonces era necesario algo más. Estos hombres reunidos, conscientes de la necesidad de un ser poderoso y autónomo, “pactaron” en darle el poder de su protección a
un ser todopoderoso llamado “ESTADO”.
Sin duda esta construcción social dista mucho de ser la que nosotros conocemos hoy, pero nos sirve para ilustrar el grado de consenso que es necesario en una sociedad para que un Estado sea eficiente en sus tareas, entre las cuales encontramos la Seguridad, la Educación y el bienestar general.
Hoy, en los inicios del siglo XXI, donde la política sufre una de las peores crisis de la historia, tenemos dirigentes políticos que se encargan de romper este pacto que la sociedad tiene con el Estado.
Hace unos días el “virtual” presidente de los argentinos emitió declaraciones totalmente irresponsables con respecto a los hechos de inseguridad que hemos sufrido en estos días. Sin ir más lejos acuso a una de las patas del estado, el poder judicial, de ser el responsable absoluto de la ola de crímenes de los últimos días, principalmente por el trato que los jueces hacen de los menores de edad. Esto genero solo más violencia, ya que la gente se levanto contra los jueces y fiscales.
Sin duda es necesario que la sociedad recupere la confianza que debe otorgarle al Estado, para que la cuide y para que juzgue a los que incumplen la ley, pero que muy difícilmente se lograra si quienes tienen la responsabilidad de llevar cordura, prudencia y soluciones,
lo único que hacen es echar un poco mas de leña a la ya convulsionada sociedad.
Es responsabilidad de la sociedad darse cuenta de cuál es el mensaje que se intenta transmitir y no permitir que la pongan en contra de la única herramienta que hoy tenemos para protegernos y asegurarnos una vida plena y “segura”, el Estado. Imagínense lo que sería, en la sociedad actual, volver a ese estado de naturaleza.
*el autor es Analista Político Universitario, estudiante de la Licenciatura en Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Argentino de la Empresa.