Hoy es el turno del virus AH1N1, causante de la influenza A o, para usar términos del lenguaje corriente, la gripe porcina.
El puntapié inicial ocurrió en México y de manera exponencial ya son más de 50 los países atacados en todos los Continentes.
Se trata, según los científicos, de un virus que se desarrolla en los cerdos y por un proceso de mutación denominado “reclasificación” se transmite con facilidad entre las personas ya sea por vía aérea y hasta por el simple contacto al estrechar la mano de un portador.
Los datos crecientes del número de afectados y la distancia entre los lugares de residencia de los enfermos anticipan que estamos ante una pandemia inevitable hasta tanto los laboratorios concluyan las aceleradas búsquedas de la vacuna que pueda ponerle freno a la enfermedad.
Si bien han ocurrido acontecimientos histéricos como el del micro apedreado en Mendoza porque uno de sus pasajeros que venía de Chile podría traer el mal, las autoridades en la materia han actuado con mesura para difundir las medidas de prevención que procuren minimizar la extensión de la enfermedad.
Así las cosas, el Director de Seguridad Sanitaria de la Organización Mundial de la Salud, (OMS),Keiji Fujuda, no consideró necesario elevar el alerta sanitaria al 6, que es el grado máximo, y mantenerlo en 5.
Habrá que cuidarse entonces, tratando de esquivar el mal o, ante cualquier duda, consultar al médico.
Para completar la escena y darle el toque argentino que le ponga nuestra marca en el orillo nosotros sufrimos otra gripe, que para suerte de nuestros vecinos primero y del Mundo entero luego, no sale de nuestras fronteras.
Se trata de la “gripe pingüina”, que intenta ampliar sus dominios y no escatima esfuerzos para intentar sostenerse y multiplicarse.
Con métodos más domésticos que el virus AH1N1,los intentos por contagiarnos sorprenden, por lo que debe montarse una campaña de esclarecimiento que evite la extensión y recupere a los ya afectados.
Las maniobras del virus patagónico dejan perplejo al más pintado.
Por citar aunque no todas al menos algunas de las argucias emprendidas por la gripe nuestra, vale la síntesis que sigue.
Como un inconveniente que puede resultar molesto para la divulgación del mal se llama de Narváez, le inventaron otro, casi igual de nombre, con la idea pícara de que alguno se equivoque y debilite al otro eligiendo la boleta de un ignoto Partido para la solidaridad independiente de Buenos Aires, (PASIB).
Producidas las impugnaciones de Kichner, Scioli y Massa a sus candidaturas por razones que caen solas por su propio peso pero que el Juez Federal con competencia en el tema desestimó, la causa llegó a la Cámara Nacional Electoral.
en su descargo, Scioli y Massa presentaron un escrito que dice que fueron designados candidatos, razón por la que deben hacer campaña para convencer a los votantes y luego, si son electos, ocuparán sus cargos de Diputados Nacionales “eventualmente”.
Eventualmente es, según el diccionario de la Real Academia, incierta o casualmente.
Pero además, y por las dudas para que nadie, ni ebrio ni dormido pueda sentirse engañado, terminan diciendo que se reservan los derechos que las Leyes y la Constitución les garantizan en su condición de ciudadanos.
Quiere esto decir que a la calificación de testimoniales ambos seres le sumaron el calificativo de eventuales.
No se trata de recordar el “sepa el pueblo votar” de Sáenz Peña.
Se trata simplemente de avisar que hay que saber a quien votar, anticipando que ni Scioli ni Massa se sentarán en una banca de la Cámara de Diputados.
No son sólo estos casos manifestaciones de la “gripe pingüina”.
Están los Intendentes que van de candidatos a concejales, cargos que jamás ocuparán.
Y está la comedia del domicilio de Kichner y la hija de Rucci.
A uno lo hicieron bonaerense con la velocidad de una liebre, en tanto la otra va a tener que arrimar hasta la libreta del almacenero para certificar su residencia provinciana.
Es que la gripe, como dice el Martín Fierro no de ella sino de la vergüenza, “llama a la puerta de todos”.
Estará en nosotros cerrar la entrada y abrir los ojos, para que con alerta 6 cuidemos las formas, porque el envase hace al contenido.
El vademecum electoral nos ofrece una gama diversa de medicaciones que pueden servir para evitar el contagio.
Cada cual sabrá elegir la suya.
La idea no es propiciar una en especial, sino avisar para no caer en la muletilla escapista y siempre tardía de “ ¡cómo no me di cuenta !”.