una enumeración de críticas y propuestas teóricas pasan a ser alternativas reales de ejecución.
Así las cosas, casi resulta natural que las torpezas sean el mostrario imaginable luego de la paliza que la gente eligió darle a los que creyeron que la tenían comprada a precio vil como los terrenos de Calafate y podían hacer con ellos la fortuna de la que, esperemos, alguna vez deban rendir cuentas ante la Justicia.
Haber elegido al Ministro Aníbal Fernández como el primer encargado del diálogo con la oposición fue la primer señal de que a la hora de contar los votos estaban mirando otro canal.
Es que resulta incomprensible que fuera precisamente este lenguaraz el que pudiera llevar adelante el acercamiento con los dirigentes opositores, de los que, entre otras cosas, dijera de una, (Carrió), que “no tiene los patitos en fila” y “no le sube el agua al tanque”, de otro, (Macri), que “es un vago e ignorante que vivió toda la vida de Franco” o de De Narváez que es otro vago que “está gastando la plata de su abuelo”.
Alguien se habrá dado cuenta que un barra brava no es lo mejor para intentar reconciliar a nadie, y entonces lo reemplazaron por Randazzo, que no tiene la sensualidad de Penélope Cruz pero por lo menos parece tener mejor aliento que el otro como para disimular el mal trago de la derrota. El diálogo del miércoles con el Acuerdo Cívico y Social no fue una cumbre filosófica, pero al menos no deja de ser una novedad que luego de seis años de barreras bajas, las puertas de la fortaleza se abran para recibir a los nuevos interlocutores.
Además, el hecho de que hayan comprendido que no se podía convocar al voleo y de a diez a Partidos y partiditos indica que alguna neurona todavía tiene algún grado de funcionamiento.
La ausencia de la Carrió es apenas una anécdota que sólo suma un eslabón más en su preferencia por el protagonismo superficial de quien se empeña en mirarse en el espejo y preguntarle cuál es la más linda en lugar de mirar por la ventana para tratar de ver qué es lo que realmente pasa afuera.
Corresponde señalar que en la otra punta de la Avenida de Mayo, en el Congreso, parece que soplan mejores vientos, porque el oficialismo ha acordado con la oposición una agenda legislativa que incluye temas importantes que no pueden esperar la incorporación de los electos el 10 de diciembre, porque las urgencias son tales que sería necio retrasar artificialmente su tratamiento amparados apenas en un principio burocrático que carece de valor luego del resultado de las elecciones del 28 de junio.
Este sano criterio, ya que estamos , debería también primar en la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires, donde el oficialismo perderá su preeminencia actual, por lo que temas de importancia, como es la división territorial de nuestro partido de Chascomús debería esperar la constitución de las nuevas Cámaras conformadas de acuerdo a lo que la gente piensa hoy y claramente lo dijo en las urnas.
Si los núcleos más racionales de Gobierno y oposición leen con inteligencia y criterio democrático lo sucedido en las elecciones pasadas, es previsible imaginar una posibilidad cierta de encarrilar la marcha por el camino de la convivencia.
Es claro que para ello tiene que haber un acuerdo tácito de comprender que la pluralidad es un componente fundamental de la Democracia.
El mariscal de la derrota, Néstor Carlos Kirchner, ya nos ha mostrado cómo y qué no puede hacerse.
Por eso sigue con Moreno, con las mentiras del INDEC, con el uso ilegítimo de los aviones de la flota presidencial, con la persecución policial a los “traidores” que lo tumbaron en el conurbano y con la invasión de los territorios que le fueron hostiles.
Por ello entró por la puerta de atrás en Chubut, donde su ex aliado Gobernador das Neves se encargó de calificarlo de “hipócrita y depredador del peronismo”.
Él. Contra todos, dijo que fue una “víctima de la vieja política”.
Si no aprendemos con estos maestros, la culpa será definitivamente nuestra, y nuestros nietos e hijos tendrán pleno derecho a desheredarnos de su memoria y su respeto, (el de ellos).