contemplamos desde la butaca, poco deberíamos preocuparnos.
Pero como se trata, manteniendo el simbolismo teatral, de una obra de cuyo elenco somos parte, no podemos dejar de analizar las alteraciones de la lógica de conducción y las consecuencias que a todos nos han de tocar si no se procura ordenar la marcha con un mínimo de sentido común y responsabilidad cívica.
El “no ex” presidente ha dicho lo suyo con la contundencia inexplicable pero absoluta de su decisión.
En una de sus recientes andadas por la zona norte del conurbano, (Caseros, Partido de Tres de Febrero), juntó a Intendentes, concejales y punteros para decirles que las urnas le reclamaron la “profundización del modelo”.
Demostrando que ni la sutileza de la Poesía ni la rigidez de la Matemática le hacen mella, el dueño del poder está lanzado a la aventura retornista sin medir riesgos, costos ni modos.
Empeñado en su cruzada contra los molinos de viento igual que el Ingenioso Hidalgo, monta en su Rocinante y sale a dar batalla contra sus imaginarios contendientes. Primero ordena la aplicación del Instituto del veto presidencial que establece la Constitución Nacional en su Sección Segunda, Capítulo V, Art. 83º, y entonces la señora dicta el Decreto 1128, que anula el Art. 4º de la Ley 26.511 que eliminaba por 180 días las retenciones en 37 Partidos bonaerenses severamente castigados por la sequía, las retenciones y la incomprensión oficial.
Poco importó que Diputados y Senadores hubieran votado por unanimidad la Ley.
“no la leímos”, dijeron sus escribanos legislativos y la operación fue cumplida.
El autor de la Ley, que es precisamente el que le ganó la elección, fue además denunciado penalmente por asuntos vinculados a su actividad empresarial como para que él y todos vayan comprendiendo que no habrá límites a la hora de la batalla.
La compra de voluntades, otra característica de las vocaciones totalitarias, muestra que Borocotó ha hecho escuela.
La Senadora Latorre, la antes indómita y ahora domada María del carmen Alarcón y el Jefe del INDEC, Marcelo Izcovich, son muestras de un estilo que huele mal, porque destruye los límites de la previsibilidad e inexorablemente alimenta las sospechas de que las aguas han de bajar turbias.
En este clima, la revisión de la Ley de Radiodifusión, que nadie puede objetar desde la teoría porque se trata de una deuda impaga de la Democracia que ya debería haber reemplazado ese lastre de la dictadura, colisiona con el sentido de la oportunidad. Porque para analizar asuntos de tamaña importancia, lo primero es generar el clima de concordia y mesura que permita el estudio serio, la discusión elevada y el análisis detallado de cada paso a dar.
Sería como si ahora se planteara una reforma constitucional, que posiblemente es necesaria pero que exige condiciones sociales y políticas hoy por hoy inexistentes.
Mal que le pese al “no ex” presidente, todo lo que tenga “olor a Kirchner” arruga la nariz de la sociedad.
Una sospecha fétida paraliza las buenas intenciones y un sentido de alerta anula los mejores pensamientos.
Lo dicen las encuestas, (todas menos las del INDEC), lo dice la gente y lo piensan, sin decirlo del todo, muchos de los que deben callar porque necesitan del respirador que maneja la chequera de Olivos.
Para colmo, el “olor a Kirchner” no logra ser reemplazado por lo que la gente buscó el 28 de junio.
Ese día el reclamo fue por el perfume de una oposición clara en sus objetivos, firme en sus posiciones pero, fundamentalmente, lista a mostrarse unida en unas pocas ideas centrales que dejen para luego los egoísmos y las especulaciones menores y se sume a mostrarse juntos en no más de cinco razones de Estado que alimenten nuestras esperanzas.