que los que ahora anuncian la novedad son los mismos que anunciaron su destrucción. Lo cierto es que, más allá de sesudas conferencias y profundas reflexiones teóricas, la realidad indica que la Educación, en su verdadera dimensión, es un tema que ni ocupa ni preocupa a quienes tienen la responsabilidad de hacerlo. Ocurre que una maniobra planificada con inteligencia o autoconstruida por ausencia de ésta, ha hecho posible la declinación sistemática de la Educación Pública, esa que alguna vez nos distinguió entre los Países de la región. Como lo único que interesa son los datos estadísticos, se ha conformado un “INDEC educativo” que miente en los porcentajes o genera condiciones que hacen posible que repitencia y deserción, los dos monstruos que aterran a las autoridades, aparezcan con cifras falsas. Veamos si no lo ocurrido esta semana que hoy concluye. En escuelas de doble turno de nuestra ciudad según datos confidenciales aportados por maestros “como los de antes”,(que algunos quedan), el lunes sólo funcionó el turno mañana por la ausencia del personal de maestranza que se encuentra en conflicto desde hace tiempo. El martes hubo jornada de “capacitación”, reiterando un método que no parece el mejor porque cuatro horitas cada tanto no se muestran como un procedimiento serio para preparar a los docentes para los cambios que se anuncian. El miércoles, por las mismas razones que el lunes, hubo sólo un turno, el jueves huelga general y el viernes, en virtud del paro del día anterior, como a la mañana hay que limpiar, sólo hubo actividad vespertina. En números, esto da que de las 40 horas de clase semanales se cumplieron 12. Para el “INDEC educativo” sólo se computan como perdidas las 8 horas de la huelga del jueves. Encandilados como estamos por el desorden de superficie, estos temas no parecen figurar en las agendas del oficialismo ni de la oposición. Los medios tienen material de sobra con los cortes en la Panamericana, en los distintos lugares de la Capital, en el anuncio de la reforma política, en el levantamiento de la ley cerrojo y la vuelta al FMI, dos banderas enarboladas por el Kirchner de antes y plácidamente arriadas por el de ahora. Es como si viéramos un árbol que va perdiendo follaje, sus ramas se van secando y su corteza comienza a caerse. En realidad, esos males son menores ante lo que ocurre en sus raíces, que están siendo socavadas por una enfermedad terminal. Eso es la Educación en un País conducido con responsabilidad y sentido patriótico. Y lo peor es que este tema no existe en los hechos ni las palabras de los que gobiernan ni en los que se oponen al Gobierno. Mucho menos en la dirigencia sindical, que jamás pronunció una sílaba que la muestre aceptando la responsabilidad que le toca porque un alumno que concurrió 14 años a la escuela en todos sus niveles, termina Sin comprender lo que lee y escribiendo verano con “b”. Aunque suene a una tilinguería, sería interesante que la televisión pública, entre partido y partido, recreara aquel programa de Silvio Soldán que premiaba a alumnos del último año del secundario en base a un cuestionario de asuntos elementales. Los chicos se reirían de sus propias torpezas, precisamente porque no fueron enseñados a asumir responsabilidades. Pero a lo mejor algún maestro se pondría colorado y por ahí se le podría dar por pensar en la responsabilidad que la sociedad le otorga cuando deja a sus hijos en sus manos. Podría ser éste un punto de partida para recuperar el sentido asimétrico que le es propio a la Educación por su naturaleza, en razón de que hay, (o debe haber), en el aula un maestro que enseña y un alumno que aprende. La Escuela volvería a ser, con el tiempo, Un lugar donde se pasa bien aprendiendo no sin esfuerzo y lejos del facilismo y no un dato falso en una estadística trucha. El derecho constitucional, (Art. 14º), debería decir, en lugar de “enseñar y aprender”, “aprender y enseñar”, lo que significaría ubicar primero al alumno, víctima inocente de los desaguisados de los mayores.
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