En su homilía el Obispo expresó “queremos en este día de Navidad abrir nuestros corazones para que entre la paz de Dios. Él es quien nos regala la paz que hoy el mundo, nuestra ciudad, nuestra patria, y el corazón de muchos está necesitando. Es Cristo quien nos da la paz, porque Él es el príncipe de la paz. Cuando excluimos a Dios de las leyes, de la cultura, cuando lo excluimos de nuestras familias, de nuestros corazones se acaba la paz”.
“También la Navidad es un reencuentro entre Dios y el hombre. El Niño Jesús, que es Dios y es hombre, produce el encuentro maravilloso entre Dios y las personas. Por eso en esta fiesta, tenemos que pedir la gracia del reencuentro con el Señor, y también encontrarnos con nuestros hermanos, cuántas rupturas, pequeñas separaciones en la familia por no sabernos perdonar, no entendernos, no tenernos más paciencia, tenemos que reencontrarnos en la familia. También comenzando a vivir el Bicentenario de nuestra patria, tenemos que reencontrarnos entre los argentinos, no puede ser una patria tan divida, tan confrontada, todo es enfrentamiento, todo es rivalidad, signo que no está Dios, tenemos que pedir para cada uno, corazones pacíficos que ayuden al reencuentro entre las comunidades, nuestras familias, nuestra patria. Así viviremos en paz, que es el don más grande que Dios nos trae”, subrayó Monseñor Puiggari.
“Queridos hermanos, Jesús hoy quiere nacer en nuestros corazones. Y como en ese momento, hoy también hay muchos corazones que no se abren, pidamos la gracia para nosotros y todos los hombres de buena voluntad que nuestros corazones sean un pesebre”.
El Obispo, recordó que en la primera navidad histórica, el nacimiento de Jesús, dividió la historia de la humanidad “seamos cristianos o no es un hecho irreprochable”, y luego actualizó este mensaje “Jesús quiere trae algo importante, hoy también
Él quiere cambiar la historia de cada uno de nosotros”.
Finalmente, Monseñor Juan Alberto Puiggari invitó a todos a contemplar el pesebre y a tener una actitud de serenidad y recogimiento, como María José y los pastores “que tuvieron un corazón sencillo”. “La Navidad hay que recibirla con un corazón pobre y desprendido del yo, y no vivir de la idolatría del dinero y del poder, por eso Navidad es austeridad. No esperemos grandes signos para encontrar a Dios, abramos nuestro corazón y encontraremos a Dios en los signos sencillos”.
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