pondrían colorado al más imaginativo autor de literatura fantástica.
La columna de la semana pasada provocó comentarios asombrosos porque nadie pudo escapar de esbozar una sonrisa ante la disertación científica sobre la condición afrodisíaca de la carne porcina y mucho menos ante la confirmación personal de la Presidenta de esas satisfacciones pero, inmediatamente después, surgió la preocupación que alimenta el hecho que desde el atril presidencial se digan tantas zonceras.
Como una bola de nieve que baja del cerro, esta semana no le fue a la zaga y, por el contrario y aún sin ánimo destituyente ni conspirador, se pueden citar una serie de anécdotas más pobres, si es que puede aún haberlas. Los vaivenes que incluyen al Banco Central de la Republica son una comedia sorprendente.
Y más aún si se tiene en cuenta que todo se pudo evitar con el solo expediente de haber llegado al mismo objetivo siguiendo el camino que exige la legislación vigente. Es claro que esta pequeñez reclama un casi imposible para esta gestión de Gobierno, cual es el hecho de comprender que las leyes existen precisamente para ser cumplidas.
La sucesión de absurdos es interminable.
El combate ya aburrido por reiterativo de la Presidenta con los periodistas sumó esta vez declaraciones de la titular del Ejecutivo que encierran desviaciones conceptuales graves sobre todo por la fuente de emisión. Que la Presidenta de la República diga que a su esposo le cuesta vivir “en blanco” es una barbaridad axiológica poco menos que irreparable.
Porque implícitamente nos está invitando a que vivamos “en negro”.
El desencadenante de ese exabrupto , la compra de 2 millones de dólares en plena crisis financiera no puede sino alimentar la certeza de que estamos ante un progresismo discursivo que simula atacar al imperio pero asegura sus bolsillos comprando la moneda del imperio. Casi es ocioso decir, aunque también vale la pena, quienes son los miembros del directorio de la empresa Hotelsur S.A., vendedora del inmueble en cuestión.
Una es la hija de Alicia Kirchner, otro es el esposo de la otra hija de la hermana del ”no – ex” presidente y el otro es el socio de Máximo, el hijo de la pareja gobernante.
Como alguna vez dijera Carlos Menem, el mismo al que estos personajes acompañaron siete veces en las mismas boletas electorales, se está cumpliendo aquí la teoría de la “casualidad permanente”, definición que la lógica más elemental destroza al instante, porque si es casualidad no puede ser permanente y viceversa.
Entre todo esto el Decreto 158/10 oficializando la renuncia del secretario privado de la Presidenta y hombre de su extrema confianza desde hace 15 años, Fabián Gutiérrez, es una minucia.
El muchacho se está haciendo una casita en Calafate de más de 1 millón de dólares, además de haber incrementado su patrimonio en un 700 % en estos años. Para descomprimir cabe consignar que en la página web www.chicos.gov.ar la Presidencia ha organizado un portal para los pibes.
Entre una serie de datos sobresale el protagonismo de la mascota de la Casa Rosada, “Felipa”, una gata negra y gorda, (así dicen), que desde hace 14 años eligió vivir en Balcarce 50.
El dato es simpático y no hay dudas que nada tiene que ver el animalito con lo que pasa puertas adentro de su domicilio.
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