Nuestra vida es un camino al cielo, y la cuaresma es un llamado fuerte a que pongamos nuestra mirada ahí” expresó Monseñor Puiggari en su homilía.
Con el templo colmado de fieles marplatenses y turistas Monseñor Puiggari pidió para esta cuaresma “déjense reconciliar con Dios. La iniciativa es siempre de Él, primero la gracia y a nosotros nos corresponde la respuesta. Este tiempo de cuaresma es un tiempo especial de gracia, es el tiempo de nuestra salvación, no lo desaprovechemos”.
Por último, Puiggari se refirió a tres miradas para este tiempo “la cuaresma es un momento privilegiado para mirar a Dios, dedicar más tiempo a estar con Él, más tiempo al recogimiento, a la oración, al silencio”.
“La segunda mirada es hacia nosotros mismos. Cuaresma es un tiempo de interioridad; el hombre de hoy, nosotros, vivimos con superficialidad o banalidad, por la falta de silencio interior, porque vivimos en el ruido. Nos cuesta meternos hacia adentro, y conocer qué somos, qué queremos, qué hacemos. La cuaresma es un tiempo de examen, de mirar cuáles son nuestras actitudes”.
“Y la tercera mirada, es hacia el prójimo. Sería un fruto muy lindo de este tiempo, si busco reconciliarme con algún hermano, familiar, vecino con el que estoy enojado. No hay auténtica reconciliación con Dios, si no hay con el prójimo. Cuánto ayudaríamos incluso en esta Argentina de hoy tan peleada y tan dividida con un espíritu de reconciliación con el hermano. Y mirar al hermano también es mirar al que sufre, al enfermo, al pobre, al que está solo”, concluyó el Obispo de Mar del Plata”.
La cuaresma, es el tiempo litúrgico de la Iglesia Católica, en el que todos los fieles se preparan para la gran fiesta de la Pascua. La cuaresma dura cuarenta días; comienza el miércoles de ceniza y termina el domingo de ramos, día en que se inicia la Semana Santa. Es un tiempo de reflexión, de penitencia, de conversión espiritual; tiempo de preparación al misterio pascual. En la cuaresma, la Iglesia invita a caminar hacia Jesucristo, escuchando la Palabra de Dios, orando, compartiendo con el prójimo y haciendo obras buenas. Por eso hay tres signos que marcan este tiempo de preparación: la oración, el ayuno y la limosna.
Fuente: propia y Obispado de Mar del Plata