tranquilidad que el capitán del Titanic.
En esta lamentable carrera de obstáculos donde a cada acontecimiento decididamente malo le sucede otro peor, nadie parece dispuesto a jugar a fondo en procura de un ordenamiento mínimo que termine con este minué incomprensible que cansa a la gente hasta el hartazgo y sólo sirve al aumento de la indiferencia y la bronca subterránea que es lo peor que nos puede pasar.
No sólo porque el presente de una sociedad de ceños fruncidos no sirve para su propio desarrollo, sino porque esa acumulación un día explota y ya es tarde para lamentos y adjudicación de culpas.
El no funcionamiento de ambas Cámaras de la Nación es un espectáculo vergonzante que ya no se repara con retoques de barniz.
El Gobierno es lo que es desde su primer día, por lo que nada ni nadie puede liberarlo de lo que le toca, pero hay que admitir que, como no tiene escrúpulos ni códigos, sabe como manejar los resortes más filosos del ejercicio del poder.
A ninguno enrolado en el oficialismo se le ha de mover un pelo porque sea el otrora reverenciado, luego vilipendiado y ahora “accionista de la Sociedad Anónima”, el ex - Presidente Carlos Saúl Menem, el que le salve las papas en el Senado con sus calculadas ausencias por razones tan disímiles como la salud, el cumpleaños del nietito, un desafío de golf o el secreto escabullimiento.
Para ser justos, no es solo el riojano la carta de triunfo kirchnerista.
Hay otros, hoy uno más, mañana otro y otro, que garantizan la parálisis de la Cámara que tiene entrada por la calle Hipólito Yrigoyen.
Los del otro lado de la manzana, los que entran por Avda. Rivadavia, no le van a la zaga.
Por el contrario, debe decirse que lo de los Diputados Nacionales es parte de lo peor que hoy le gana a lo malo.
Porque el levantamiento de la sesión del miércoles por falta de quórum es una torpeza de su exclusiva responsabilidad.
Se necesitan 129 y a la hora señalada había 118.
No pueden ser tan ingenuos como para darle esa ventaja a un Gobierno en retirada y dispuesto a jugar a fondo cada batallita.
Las excusas hechas públicas por parte de integrantes de casi todos los bloques son un insulto a la inteligencia tan grande como sus ausencias.
Quizás la síntesis pueda serle adjudicada a la Diputada Gladys González, que dijo que “a veces somos demasiado inocentes”.
Con todo respeto, habría que recordarle que no olvide tomar su pastillita todas las noches o empiece a comprar pañales y sonajeros.
Lo cierto es que a más de un mes del inicio oficial del período ordinario de sesiones, el Congreso de la República prácticamente no ha arrancado.
Alguien puede pensar, y con una cuota de razón, que como no mucho puede esperarse de la capacidad operativa de sus miembros, poco importa si las bancas están vacías u ocupadas.
No es así, porque más allá de quienes sean los que calienten sus asientos, (y debe haber sin dudas quien lo haría con capacidad y vocación de servicio), lo que importa es el funcionamiento institucional.
Si los votos del año pasado no alcanzaron para ponerle freno al desquicio de los Kirchner, deben servir para indicar que ese, el de los votos, es el único camino.
Este Gobierno no necesita ayuda para mostrar sus torpezas, aunque sería bueno que una oposición inteligente nos las aclarara para ayudar a la República en procura de su reparación.
Como parece que no es fácil que así sea, cuidemos el envase hasta que llegue el momento en que seamos capaces de cambiar el contenido.
Mientras, y como para evitar la modorra que nos quieren imponer para distraernos y dejarlos hacer, pensemos y anotemos en la memoria los acontecimientos incontables que nos recuerden la exigencia de la capacidad, la austeridad y el juego limpio que hoy no hay pero que, como todo, ha de llegar.
Mientras, contemplemos por ejemplo al Jefe de Gabinete, figura central del esquema de gobierno trazado por la Constitución reformada en el 94.
En su Art. 100º figuran sus atribuciones, que son las de encargarse de la administración general del Estado, convocar y coordinar las reuniones de Gabinete, (que nunca hubo), y concurrir mensualmente y de manera alternada a informar a ambas Cámaras sobre la marcha del Gobierno.
En ningún lado dice que tiene que dedicar un instante a pelearse con Nicole Newman, esa “señora mentirosa” que seguro que en la agenda oficial ya engrosa la lista de los destituyentes.
A beneficio de la Cooperadora del Hospital habría que organizar un PRODE para apostar semanalmente cuál será la nueva torpeza.
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