Y los que manejan el arma homicida son los concejales Gustavo Barrera (Presidente del Concejo Deliberante, y, por lo tanto con más responsabilidad política que sus compañeros –; Mabel Llompart (Presidente del Bloque del Frente Para la Victoria); Marta Gaeta; Adriana Migliorisi; Algo Canone; David Vaz , y Noemí Avellaneda; quienes están para cumplir las órdenes que emanan del Departamento Ejecutivo.
En un sistema como el democrático, no es suficiente con que los que hoy nos gobiernan apoyen sus asentadaras felices y contentos por considerar y votar disciplinadamente los temas que le interesan al Departamento Ejecutivo, sin tratarlos siquiera en la comisión correspondiente; sin tener nunca en cuenta, ni los proyectos presentados por los bloques opositores, ni los pedidos de Sesión Especial presentados por la oposición, a fin de poner al Concejo Deliberante en Comisión, para tratar el tema de seguridad. Un tema reclamado por los vecinos de toda Villa Gesell, y no por algún sector minoritario o fogoneado por un partido de la oposición, como quiso hacer creer la prensa oficialista.
A escasos diez meses de las elecciones de junio pasado, cuando el oficialismo obtuvo la mayoría y quórum propio en el Honorable Concejo Deliberante (HCD), gracias a un sistema de recuentos de votos que dista bastante de ser representativo como pretende, el cuerpo funciona casi en piloto automático: autoritariamente se desarrolla la tragedia política. Con total frigidez se lleva a cabo el bloqueo de la oposición: Con toda deliberación se evita el debate. Se vota cualquier tema, por más importante que sea, prácticamente a libro cerrado. Al extremo que, en muchas oportunidades, ni los concejales oficialistas saben que están votando afirmativamente. Se ha elegido una práctica que es un verdadero sabotaje al sistema.
Algún observador distraído podría preguntarse.: ¿el sistema no funciona así, con mayorías y minorías? Evidentemente, si. Pero, en este caso en particular, se han transformado al sistema en un sainete, en el que se repiten a modo de letanías, las órdenes emanadas por el Doctor Intendente.
¿Qué futuro puede tener una sociedad en la que los representantes del oficialismo se niegan al diálogo? El de la involución, pues, el Intendente se siente un rey sin corona y gobierna como en la edad media: el “soberano” ordena, y los súbditos acatan su voluntad suprema.
Este proceder de la Gestión, que, como quedó dicho, tiene más que ver con una monarquía que con un gobierno democrático, deja al descubierto una particularidad del sistema político: el oficialismo puede ignorar en los hechos a las minorías, pues, para el “monarca” ellas carecen de legitimidad, y, por lo tanto, de derechos
Así la cosas, hoy, el Frente Para la Victoria gobernante, se maneja con la filosofía futbolera del “no existís”, que se le aplica desde las tribunas al equipo perdedor, y, de esta manera, se niega a reconocer que la oposición y sus representados forman parte de la realidad cotidiana de Vila Gesell.
La involución señalada más arriba llega hasta el caracú de la Gestión del Doctor Intendente que se dice peronista: se ha olvidado que Juan Domingo Perón, en los años setenta, hacía casi un culto del diálogo con la oposición. Recordemos la Hora del Pueblo; el impulso que le dio a un Frente Cívico; la construcción del Frente de Liberación, y la reunión en Nino de Vicente Lopez, en la que se sentaron las bases del Frente Justicialista de Liberación. Pero, el diálogo más emblemático fue el que mantuvo con Ricardo Balbín, su enemigo político de otros tiempos, en su residencia de Gaspar Campos 1065.
Entonces, ¿Qué derecho o autoridad política, tienen los que hoy se dicen peronistas, de ignorar las enseñanzas del Perón de los años setenta? Ninguno, por supuesto. Esta actitud se explica únicamente ante un ataque sorpresivo de autoestima que hayan tenido el Doctor Intendente y los miembros de su corte.
Para cerrar el círculo de esta peculiar forma de gobierno, que podríamos bautizar como “ernetocracia”, basta observar que muy pocos, por no decir ninguno, de los acólitos del Doctor Intendente, se atreven a emitir alguna opinión libremente, pues temen quedar en “offside” frente al dogma instalado por la Gestión. Es por este motivo que si algún miembro del círculo áulico del Doctor Intendente, se atreve a realizar algún comentario o sostener alguna opinión en público, es seguro que forma parte de un libreto estudiado y autorizado previamente.
En resumen: no existen ni las opiniones ni los criterios individuales; absolutamente todas y cada una de las manifestaciones del entorno ernetista reflejan el pensamiento único del Doctor Intendente. Como diría Perón: “nadie saca los pies del plato”
Guillermo Burnet
SiGesellnoticias