Vivas de la Ciudad.
A la señora del Gobernador se le entregaba el infaltable ramo de flores, y las campanas de la iglesia tocaban como en fecha patria. Era todo un acontecimiento que disfrutaba el pueblo entero, y del que se hablaba durante mucho tiempo, tanto en las tertulias políticas del club social, como en las más plebeyas charlas de café. O sea, el funcionario, el Gobernador en este caso, tomaba contacto con el pueblo, mientras el Intendente del lugar no podía borrar la sonrisa canchera a veces, obsecuente otras, de su cara.
Al día siguiente era inevitable que las maestras del lugar, después del “buenosdíasalumnospuedentomarasiento”, anunciaran, en la clase de castellano la “Composición. Tema: La Visita del Gobernador”.
Claro, los tiempos cambian y hoy todo es distinto. El Gobernador llega al pueblo en helicóptero, rodeado de una custodia impresionante. Lo recibe únicamente el Intendente y sus colaboradores más allegados. La zona en la que se realizará la ceremonia, la reunión, o lo que sea, ya no es la plaza del pueblo; es en un hotel sindical y con estricto control de las personas que ingresan al “salón de actos”. En varias manzanas a la redonda, una cantidad inusitada de policías custodia celosamente que nadie, que no le interese al poder, pueda atravesar el cerco montado para “resguardar la seguridad del Gobernador”; como si el tipo, en vez de visitar Villa Gesell, hubiera aterrizado en Kosovo.
En esta visita, los escolares, los representantes de las “Fuerzas Vivas” y el cura fueron reemplazados por empleados, bombos y camioneta de la empresa Buenos Aires Gas SA (BAGSA); personal de Aguas Bonaerenses SA (ABSA), y los infaltables empleados municipales.
Mientras tanto, los vecinos que pretendieron acercarse al Gobernador no pudieron sortear el vallado policial, solo dos representantes lograron llegar hasta el hotel, para entregarle un petitorio relacionado con la seguridad –la de los vecinos, claro, no la del Gobernador-, que fue recibido por un tal “Carlos”, que ni siquiera quiso dar a conocer su apellido, como si se tratara de un miembro del Servicio Secreto de la Gobernación.
Todo muy oscuro, muy cerrado, como si el Doctor Intendente tuviera miedo de que Daniel Scioli pudiera enterarse de lo que realmente ocurre en Villa Gesell.
Guillermo Burnet PD.: Recuero otra visita del hoy Gobernador: entonces era Secretario de Turismo, y lo encontramos con Julio Carabajal, de casualidad, en avenida 3 y paseo 105, en la peatonal atestada de gente, en pleno mes de enero. Iba charlando con Luis Baldo –sin custodios de ninguna naturaleza, vale la pena aclararlo-, entonces Intendente de Gesell, los dos mezclados con la multitud como simples turistas. Con Julio nos acercamos, nos dimos a conocer y le hicimos la nota obligada. Recuerdo que le pregunté si sería el futuro candidato a Vicepresidente, cosa que negó rotundamente mientras me miraba como si fuera un marciano. Pocos días después los medios nacionales confirmaban mi sospecha.
Claro, eran otras épocas y otra Gesell, los funcionarios, cualquiera sea su rango, podían caminar por la ·3 como cualquier hijo de vecino.
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