El ernetismo, o la ernetocracia como se ha calificado a la “Gestión” desde esta columna, no necesitó cerrar el Concejo Deliberante –tiene mayoría y quórum propio, por lo que el debate y la debida información a la oposición sobre los actos de gobierno es inexistente-; pero ha recurrido a la aplicación de la censura sobre los medios de comunicación, ya sean amigos o críticos. En los medios amigos, se difunde la información que le conviene al Doctor Intendente (lo que no quiere decir que todo lo que se edita o emite sea verdad), y, a aquellos periodistas que son críticos a la gestión, ni siquiera se les remiten las gacetillas municipales. O sea que, en ambos, se practica la censura.
Lógicamente, las pautas publicitarias con que se premia a los medios adictos son proporcionales a la obsecuencia de los mismos. Por esta única razón se puede justificar el hecho de que un semanario cobre por publicidad municipal, más que el canal de televisión; como si en Gesell el centímetro por columna valiera más que el segundo televisivo.
La obsesión del ernetismo por aparecer en los medios de comunicación se intensificó después de la pobre elección del 28 de junio pasado. El Doctor Intendente y su entorno interpretó que el casi fracaso electoral se debió a la mala comunicación con la sociedad, que, debido a este error, no supo interpretar sus virtudes.
La idea de que la Gestión es un éxito y que el anuncio de obras faraónicas no fue comprendido, es el resultado del balance del pasado rechazo electoral. Y la frase elegida para el resumen es siempre la misma: “No supimos comunicar”.
El conflicto que el Doctor Intendente protagoniza con la mayor parte de la sociedad geselina, y que se delineó perfectamente en la caída a plomo de su imagen y la casi derrota electoral, no se debe –según confiesa a sus íntimos/as- a que sus acciones sean desafortunadas; la culpa la tienen “esos periodistas que se dedican a distorsionar la información y a manipular la conciencia de los vecinos”, con la clara intención de que descrean de casi todo lo que se les ofrece desde el poder.
Este análisis lineal (se puede observar en casi todos lo actos de la Gestión), presupone que la opinión pública es un elemento maleable, como la plastilina, a gusto y placer del periodismo que pretende ser independiente, y tener un criterio propio, y no que se construye a partir de una interrelación inteligente entre los diversos actores y sectores de la sociedad, el periodismo incluido.
Esta ceguera del Doctor Intendente es una suerte de herencia que recibe de los autoritarismos del pasado, que, en muchos casos, han conseguido silenciar a la prensa en general, por distintos medios, pero nunca lograron acallar la conciencia de sus víctimas.
Guillermo Burnet
SiGesellnoticias