Esta columna habitualmente crítica de este turno de gobierno no habrá de callar su expresión de respeto y solidaridad con familiares y seguidores del muerto, por cuanto las normas elementales de convivencia, tantas veces reclamadas, deben también ser ejercidas ante el acontecimiento impactante de la muerte.
Naturalmente que esta actitud de modo alguno supone abandonar los criterios políticos con que se analizan las cuestiones de Estado, que deben continuar aún con los inconvenientes propios del desgarramiento ocurrido.
Quizás lo primero que deba atenderse es el significado de la movilización popular que acompañó las exequias del fallecido.
Un hombre que arrancó las lágrimas y las escenas de dramatismo absolutamente auténticas que fueron vistas es la expresión de un fenómeno que debe tenerse en cuenta para no caer en equivocaciones.
Superado el drama de la despedida, es tiempo de comenzar a ver cómo se reanuda la marcha, con que rumbo, con que métodos y con qué intenciones.
Si bien el tiempo transcurrido es corto, también es cierto que un País tenso y sanguíneo como el nuestro no admite demasiadas demoras.
La Presidenta parece contar con la fortaleza necesaria como para intentar, según sus propios dichos, “profundizar el modelo”.
Esta definición, aunque sujeta a ajustes, parece señalar que no es de esperar demasiadas modificaciones de métodos ni estilos en la conducción del Estado.
Si así fuera, (todo indica que así será), no hay dudas que la muerte del jefe fortalecerá anímica y espiritualmente a la tropa propia.
Por el contrario, los acontecimientos públicos de la última semana sugieren haber debilitado de manera sensible a la oposición, que no logra engarzar intereses y pretensiones parciales para conformar una oferta seria y atractiva.
Esta deuda tiene un plazo de vencimiento corto, razón por la que deberán ponerse las pilas los que tienen aspiraciones de poder ya que el tren de la historia no suele pasar demasiadas veces por la misma estación.
El Gobierno, por su lado, sigue mostrando, en algunos casos agravados, los mismos vicios que lo acompañan desde la segunda mitad del mandato del ex -presidente muerto.
El proyecto de presupuesto enviado al Congreso sigue subvaluando la recaudación lo que permite, como ha venido ocurriendo, que el oficialismo disponga de unos 40 mil millones de pesos para despilfarrarlos a voluntad.
En ese cuento de hadas, la inflación para todo el año 2011 está calculada en un 8,6%.
Lo peor es que esta semana la mayoría dividida en la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados permitió que el oficialismo, que es minoría, sacara un dictamen favorable.
No es la única ni la menor contradicción.
También lo es la actitud insólita del Canciller Timerman, que en medio del velatorio del ex – presidente apareciera en la inauguración de un centro cultural en el barrio de Boedo dirigiendo el coro desde el escenario micrófono en mano cantando frases propias de un chico “boca sucia” referidas al Vicepresidente de la República.
Si fuera un muchacho desbordado por la emoción, como los hubo tantos en las calles, sería entendible.
Tratándose del Ministro de Relaciones Exteriores de la Nación, resulta inentendible que siga en el cargo.
Igual pasa con el alumno del Ing. Alzogaray y hoy Ministro de Economía, Amado Boudou, que dijo que la inflación castiga principalmente a la clase media alta.
Si así lo entiende desde el punto de vista técnico, su remoción debe ser urgente por carencia de la idoneidad que la Constitución exige a todo funcionario.
Si es una broma de mal gusto o una mentira al servicio de un plan populista, igual destino debería corresponderle para evitar que la tal “profundización” nos entierre más hondo que a los mineros chilenos.
Volviendo al acontecimiento fúnebre, hay que comprender que la muerte no es sino el destino que tenemos comprado desde nuestro primer día, y precisamente por esto no significa que ella pueda transformar mágicamente en blanco lo que hasta el día antes era negro.
Por eso es que en medio del respeto y la comprensión que es propia de la buena educación, el análisis político seguirá su marcha con el mismo derecho con que el oficialismo intentará también hacer lo suyo.
Por un lado o por el otro, es imprescindible correr las cortinas del reino de la incertidumbre…