Pues, tal hecho, provoca que el sentido universal del derecho quede particularizado en beneficio de la fracción, del grupo, de lo propio y desde esa facción, utilizarlo contra terceros, entonces, éstos, no se benefician sino que sufren el derecho y así, dar lugar a la curiosa paradoja de vulnerar el derecho por el uso del derecho.
¿Quienes controlan que ese derecho sea utilizado sin vulnerar otros derechos?, aquí, en este país, nadie, y si efectivamente se vulneran los derechos, descubrimos que la palabra derecho no hace al derecho, por lo tanto, el derecho, sólo es justificación de la fuerza.
Por lo tanto, todos aquellos que actúan en defensa de sus derechos vulnerando a los otros no delinquen, ¿y si delinquieran, cual sería su condena?, no hay, no existe pues tal pena por tal delito no existe en este lugar, por eso es que el derecho en este país sólo es discurso justificativo, una bufonada más donde el fetiche de la solemnidad no alcanza a cubrir tal bufonada.
La declaración solemne de los bufones tiene sus singulares recintos porque los bufones necesitan de lugares, pisos lustrados, alfombras impecables, banderas y cuadros, los solemnes, pomposos, rimbombantes lugares de los discursos de los bufones de los derechos humanos y su hoy categorizadas generaciones, recintos llamados división de poderes e instituciones si más.
Mientras afuera, allí en la calle, los otros delitos, los de asesinatos, rateos, robos, secuestro express, motochorros, bancos, blindados, todas conductas declaradas delitos, in crecendo, la diferencia es que estos no se justifican en discursos ni actúan en nombre de otros, éstos son claros, actúan en nombre propio igual que los otros pero, sin solemnidad declarativa y sin de recintos bufones.
Lo que si queda claro y funciona es que la fuerza da derecho y no el derecho a secas, sino consideremos a los barras bravas, sindicalistas, docentes, piqueteros y a cuatro o cinco que en nombre del derecho se apropia por una horas de algo público, así, los cortes de rutas, de la panamericana, de calles, y la legislación que otorga fuerza a la policía, gendarmería, ejército, juegan su presencia en forma corriente en este lugar.
Uno podría terminar diciendo y al vulnerar el derecho se vulnera lo único que puede proteger al desprotegido, al precarizado, al que se halla bajo la línea de la pobreza pero ellos, ni siquiera experimentan que se vulneren a sus derechos, porque jamás lo han tenido.
Por lo tanto, el derecho, en este país sólo declarativamente es una condición positiva porque se lo usa contra los otros, pero, por otro lado muchos, cientos, miles y millones, ni siquiera lo sufren ni habrán de sufrirlo jamás.
Y no se trata de una cuestión de uso, pues accedes al derecho en términos de poder, porque la fuerza, siempre se instrumenta legalidad.
Juan Oviedo
SiGesellnoticias