Como falta algo más de 24 horas, esta columna se suma al saludo pero cree también que como el mundo sigue andando, no es tiempo de distraer un comentario sobre la situación en la que estamos.
Es que no es culpa del almanaque que el clima social se haya tensado hasta niveles extremos.
Ocurre que más que nunca, justo en este momento han copado el escenario los acontecimientos que eran previsibles y no veían sólo los que no querían hacerlo.
Es cierto que hay un record de venta de equipos de aire acondicionado.
Pero es igual de cierto que no hay electricidad para que funcionen.
Es cierto el record de venta de automóviles, pero no tenemos nafta.
Es verdad que pagos extras a trabajadores y jubilados son un alivio, pero se tornan en una rabieta cuando no hay billetes en los cajeros.
Tal ha sido la fuerza de los contratiempos, que lo que fastuosa y presuntuosamente se calificaba como una sensación, la inseguridad, ha merecido que se le otorgue rango de Ministerio.
La situación invita a referir la historia de la inmortal novela de política ficción “1984”que el escritor inglés George Orwell escribiera en 1948 y publicara un año después.
El libro es un clásico del siglo XX y desnuda con feroz ironía la visión crítica de cualquier forma de totalitarismo.
La sociedad de marras está controlada por la Policía del Pensamiento y el Gran Hermano, dueño de todo y todos.
Funcionan allí cuatro ministerios: el Ministerio del Amor, encargado de castigos y torturas; el Ministerio de la Paz, que se encarga de asuntos de guerra, procurando que el estado de beligerancia sea permanente, porque la sociedad que está en guerra se siente en paz con ella misma; el Ministerio de la Abundancia, que tiene a su cargo la restricción de bienes y su racionamiento para que todos vivan al límite de sus posibilidades físicas y el Ministerio de la Verdad, que manipula y destruye cualquier elemento (documentos, diarios, libros), que puedan presentar datos que contradigan la historia oficial que recita el Partido único.
La sociedad está dividida en dos grandes grupos y uno de ellos, los “proles” gozan de libertad intelectual precisamente porque carecen de intelecto.
Volviendo a la realidad nuestra de todos los días, y sobre todo a la de estos días, surge la tendencia de pensar que el Ministerio de Seguridad creado recién por la Presidenta bien podría sumarse a los cuatro que figuran en la novela de Orwell.
Por lo menos hay que admitir que es un paso adelante que para el oficialismo la inseguridad haya dejado de ser una sensación.
De todas formas, las actuaciones de la Sra. Nilda Garré no parecen tener la entidad necesaria como para poner freno a tanto desquicio.
Usar su cartera sólo para pelearse a conferenciazo de prensa con el Gobierno de Macri dista de lo que realmente necesitamos.
Si le agregamos la ridiculez de acusar a Duhalde con el pobre argumento de que en medio de las fricciones en Constitución había un hombre con la camiseta de Banfield, (el club de los amores del ex presidente y ahora candidato), suena a que la seriedad ha sido dejada debajo de la alfombra.
Y no es que la Sra. Garré carezca de experiencia, porque en tiempos de la Alianza y en representación por entonces del FREPASO fue la segunda de Federico Storani en el Ministerio del Interior.
Parece imprescindible que la Presidenta asuma en plenitud la responsabilidad de su cargo y fije objetivos, métodos y nombres que pongan al País sobre los rieles y todos sepamos cual es la próxima estación.
Las perspectivas no lucen halagüeñas, si vemos que por un Decreto de Necesidad y Urgencia el Gobierno se adjudica la potestad de gastar más de 60 mil millones de pesos a su gusto y antojo, sin controles ni límites justo en un año electoral.
Antes de finalizar la última nota del año, los chascomunenses no podemos olvidar que en la calurosa mañana del 30 de diciembre del 2003 en los galpones de la Empresa Emepa con la presencia del entonces Presidente y su Vice, el Gobernador y la Vice Gobernadora, varios ministros y funcionarios, legisladores y los muchachos verdes de Moyano, se nos prometió la finalización de la doble traza de la vía y la puesta en marcha de la estación ferro automotor.
La mentira ya tiene 7 años, va a la escuela y pasó de grado.
Un día vamos a tomar el “tren bala” y llegaremos a la Casa de Gobierno para pedir que la obra se ejecute con los 20 mil millones de dólares de los inversores chinos. No es fácil desear Feliz Año Nuevo en medio del caos.
Pero más difícil es no hacerlo, como si hubiésemos perdido lo mejor de nuestra condición humana.
Que el 2011 sea mejor para todos.
Dependerá de cada uno para lo que es imprescindible sentirnos parte del todo.
¡Salud!
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