tal conclusión sería la inferencia en cuestión".
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El trasfondo de toda publicidad tiene por eje una condición: la credulidad de todo destinatario, pues si no se cree, nulos serán los esfuerzos por informar a las conciencias receptoras, así por ejemplo, el cambio del gobierno anterior devenida actual gestión implicó de fondo un cambio en las creencia, dejar de creer en unos para pasar a creer en otros, la sociedad geselina pivotó su elección acerca de lo previo del creer.
El creer, entonces, esta fuera de discusión como condición previa para que una publicidad, propaganda o lo que fuera, pueda al menos ser considerada por todo potencial receptor.
De esto se desprende que ante cierta no credulidad ¿sería pertinente postular que puede forzarse una creencia?, si, pues sin lugar a dudas que las creencias no emergen ni son gratuitas, no hay algo así -especialmente en política- de una creencia acerca de cualquier segmento de la realidad como una suerte de repollo caído del cielo, pues, las creencias son digitadas, puestas, potenciadas apelando a lo más íntimo del ser humano: sus necesidades, por lo tanto, la inferencia condice la relación entre necesidades y creencias, pues el reverso del creer esta dado desde el imperio de la necesidad.
Por ello, las publicidades aparecidas en periódicos geselinos de la actual gestión tienen como fondo la estrategia de la necesidad, su publicidad se centra en la necesidad y así, sensibilizar las condiciones de las creencias en la gestión. Ahora, interpretando lo expresado bien provoca cierta hilaridad pues esto se parece a un chiste que postula el círculo vicioso de la necesidad-publicidad-creencia puesto que, a mayor gobierno desastroso, calamitoso, corrupto etc. mayor necesidad provoca en la sociedad y condición de una creencia en él tras una eficiente publicidad, tal conclusión sería la inferencia en cuestión.
Tal desatino pone evidentemente en tela de juicio la relación creencia-necesidad-publicación, pero consideremos algunos contenidos de las publicidades aparecidas en el pueblo donde se enfatiza una gestión dinámica y creadora de un centro de convenciones, donde el mejor intendente del país pertenece a Villa Gesell, sede de un plan de mil viviendas y allende a ello la llegada del matero infantil y con tales precedentes, la arenga hacia el 2011 con un ¡vamos por más… + servicios, + obras ligadas a la captación de turismo, + trabajo para todos, + herramientas para la seguridad, + desarrollo planificado, ¿y de qué lugar queda el destino ahora?
Pero aquí existe algo que la actual gestión no ha podido resolver, y es que se halla en los mismos lineamientos de la administración pasada: la incredulidad hacia su gestión, por lo cual la necesidad creada por el propio gobierno será mediada desde una condición incrédula. Y desde este nuevo escenario, el discurso, la propuesta, la promesa, el sello que lleva y apunta a la necesidad, antes, deberá colisionar con esa incredulidad instalada y filtro de todo receptor a la hora de soportar el bombardeo mediático geselino de las bondades de la gestión.
Ahora bien, las necesidades y la incredulidad hace estéril a toda propaganda y publicidad faraónica a la que se nos tiene acostumbrados y no obstante, la gestión continua publicitando, en su afán de buscar credulidad a toda costa, aunque, tal cuestión sólo se pueda lograr desde una condición: ser un gobierno creíble.
Sustancialmente ya no puede acudir a la estrategia de la necesidad, debe cambiar y ello significa operar en la realidad de una forma distinta a la que viene operando, es decir, debe fusionar agenda y realidad, porque la autoproclamada gestión sólo es agenda de gobierno (autogestión) disociada de todos los órdenes de la realidad geselina, las publicidades enfatizan una realidad de escritorio, de lo potencial y del llegar a ser, una vez más simulación donde se conjugan mentiras y falsedades.
Debe fusionar agenda y realidad como líneas paralelas sin posibilidad teórica de unión al infinito, de lo contrario, el estado inercial será indicador del fracaso de tal unión, inercia presente en las mismas propagandas, el mismo personalismo, las mismas promesas, los mismos de los mismos, concejeros, concejales, guarda espaldas, funcionarios, colaboracionistas, trepadores, excepto claro, por aquellos que lo hubieron de votar en el 2007 y hoy, sospechados de incredulidad.
Pero una cuestión acecha, ¿lo crédulo e incrédulo está sujeto a una pendularidad dialéctica?, entonces, ¿quo vadis?...........
Juan Oviedo
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