El grupo era el de siempre, el del barrio, el que incluía a un primito que venía de tanto en tanto y hasta servía para reconciliaciones con algún descarriado que alguna vez mereció ser circunstancialmente borrado de la lista de “la barra”.
Como han de suponer, esta columna semanal de opinión política no se ha transformado en una tira infantil o en un relato de la visita al psicólogo.
La intención es buscar un elemento lúdico que permita comparar situaciones que lucen dispares en un primer momento pero que tornan iguales apenas comentamos aspectos que, por acostumbramiento y resignación, nos pasan inadvertidos.
Veremos entonces que el oficialismo que gobierna este País juega en el bosque despreocupado aunque no inocente, porque las circunstancias se lo permiten.
En el juego aprovechan para incorporar “amiguitos” que nunca dejaron de serlo del todo pero que por situaciones circunstanciales se fueron o los fueron por un rato.
Así fue que de la mano de la Gobernadora electa de Catamarca reapareció el ex Gobernador Ramón Saadi, aquel que fuera expulsado de su cargo por los acontecimientos vinculados al asesinato de María Soledad Morales.
Saadi es primo de la Gobernadora electa que se encargó de reivindicarlo a la vez que dijo que el asesinato de la menor no fue como lo quisieron hacer aparecer sino que se trató, (cuándo no), de una maniobra de la prensa.
Lo de Catamarca se extendió en el MAPA y, como en la vuelta de la copa de vino, ahora le toca al vecino.
Carlos Saúl Menem, el ex presidente que cuando asumió como Senador provocó una más de las tantas chiquilinadas del presidente muerto, ha firmado un acuerdo con el Gobernador riojano kirchnerista Luis Beder Herrera para que su partido, Lealtad y Dignidad, apoye la reelección del actual mandatario provincial.
Como contraparte, Menem habrá de ser candidato a senador en una lista colectora, de esas que ahora llaman “de adhesión”, seguro de salir segundo contra el oficialismo que encabezará Jorge Yoma, para contar así 6 años más de inmunidad.
Se trata de una maniobra de ingeniería electoral desprejuiciada pero no desconocida.
Siete veces los Kirchner, ella o él, acompañaron en una boleta electoral al riojano.
Esta será la octava, con el orden invertido, porque será ella la que aparezca en el primer cuerpo y Carlos irá en el segundo.
Diferencias mínimas de ubicación como mínimas, si las hay, son las ideológicas.
En este juego en el bosque, ha aparecido con pretensiones protagónicas un tercer amiguito.
Hugo Pablo Moyano, el titular de la CGT, el segundo hombre del PJ nacional y el primero del PJ provincial se ha lanzado de manera feroz a la lucha directa por el poder.
Fiel a su estilo, no lo mandó a decir.
Se los dijo bien clarito, con amenazas de huelga y reclamo de que sea un trabajador el acompañante de la Presidenta en la fórmula de octubre.
Va de suyo que la táctica apunta a pedir lo que no será para, a modo de compensación, crecer en la lista de candidatos a diputados.
Para los que miramos a los chicos cantando “juguemos en el bosque”, tomaditos de la mano y cabellos al viento, solo nos queda la contemplación de ver que pesa más, si la presión de Moyano o la del Gobierno sobre los jueces para que apuren las denuncias de corrupción que ponen nervioso al camionero.
Este cuadro trágico tiene un componente ausente que lo alimenta y le da vida.
Porque los “nenes”, para seguir el relato, juegan en el bosque porque “el lobo no está”.
¿Lobo, estás?
Y el lobo no está.
No porque se esté poniendo los pantalones, sino porque está preparando campañas y elecciones internas, porque está viendo que puede servir más o menos en la puja menor de un carguito en la lista de concejales de un pueblito del interior.
Si no se ponen serios y grandes, los va a llevar el río y, para peor, también seremos arrastrados los que miramos de afuera esperando un cambio que nos saque de este desorden.
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