el desarrollo económico y el respeto por los derechos de todos los miembros de la comunidad.
No hay dudas que nuestro Gobierno cumple sobradamente con los requisitos de la primera por cuanto la contundencia del resultado electoral así nos lo señala.
En cuanto a la segunda, es evidente que las apreciaciones subjetivas abren un ancho campo de opiniones que complican e impiden un único juicio de valor.
Desde el acceso al poder de el ex Presidente muerto hemos asistido a una andanada de acciones y decires que han pretendido signar este tiempo como el de una revolución necesaria para terminar con la lacra no ya de la década del 90, (de la que los que hoy despotrican entonces fueron socios), sino de la Historia misma que parece haber comenzado el 25 de mayo del 2003 y no ese mismo día de 1810.
La pretensión revolucionaria se ha servido de la modalidad de inventar enemigos y supuestas batallas nunca dadas, homilías laicas y predicaciones totémicas.
Si nos ocupamos de ventilar el humo llegaremos a ver la realidad tal cual es, que dista de la del relato oficial.
No son los grandes monopolios de prensa los que marcan la agenda y desinforman para atacar al proyecto nacional y popular.
Y si lo hacen no lo hacen bien porque la voluntad de la gente en las urnas se encargó de decir lo contrario.
Tampoco son los grandes grupos económicos los que desangran a la sociedad, porque lo que lo que hoy se pretende es, en todo caso, reemplazar a unos por otros, que solo se diferencian por ser capitalistas amigos.
Si aceptamos que las revoluciones son violentas y rápidas, no parece una revolución que luego de 8 años de subsidiar a las más grandes empresas y a los sectores económicos pudientes, se haya resuelto eliminar los subsidios al gas, la electricidad y el agua para iniciar un ajuste disfrazado que tarde o temprano le llegará a todos porque las leyes de la economía son tan rígidas como la ley de gravedad.
No es revolucionario vetar el 82 % móvil de las jubilaciones ni sentarse hoy con los trabajadores y decir lo que ellos quieren escuchar y hacerlo luego con la Unión Industrial Argentina y hacer lo mismo.
En el medio de la fiesta no parece una revolución que el Secretario de Comercio vuelva a sus anuncios humorísticos, esta vez con la sidra a $ 3,00 y $ 100,00 para una cena navideña de 4 personas.
Este competidor de Papá Noel ya ha dado demasiadas muestras de que sus bravuconadas son ficticias.
Dijo luchar contra la inflación, (la mala palabra), y como no pudo nunca con ella se dedicó a los índices del INDEC, que como son solamente números pueden ser alterados sin riesgos personales.
la última, por ahora, exhibición de la revolución que no fue le correspondió a la Presidenta cuando desde Berazategui y mediante una video conferencia se conectó con su compañero de fórmula que estaba en su barrio, Puerto Madero, inaugurando un puente.
“Vamos a conectarnos con Puerto Madero”, anunció la Señora.
Lo mejor es que lo hizo remedando el tono y la postura de la inmortal Niní Marshall, “Catita”, cuando hacía a Mónica Bedoya Hueyo de Picos Pardos Sunsuet Crostón.
No hay dudas, la revolución está en marcha
Y hasta la victoria siempre!!!
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