No será éste un cambio de rumbo, pero no hay dudas que las circunstancias especiales que a todos nos involucran hacen necesario comentar un acontecimiento que, en razón de su protagonista, merece un tratamiento distinto.
La información oficial de que la Presidenta de la República padece un cáncer de tiroides implica connotaciones institucionales que tornan el caso en mucho más que el padecimiento que a cualquiera nos puede tocar.
La forma de comunicar a la sociedad la novedad ha sido la correcta.
Se trató de una exposición breve y concisa, que no suele ser el estilo que se usa en las altas esferas de la política, generalmente propensa a adjetivar en exceso.
El impacto social fue importante porque escuchar la palabra cáncer, que hasta hace no tanto tiempo no se pronunciaba y se la reemplazaba por “enfermedad incurable” o “grave afección”, despierta un espontáneo sentimiento de solidaridad.
Esta reacción emocional fue inmediatamente atenuada por las explicaciones médicas que se encargaron de restar dramatismo tanto por las características del tumor cuanto por su prematura detección, la calidad del equipo médico que el miércoles se encargará de la intervención y la categoría del lugar elegido para la operación.
Va de suyo que contará la Presidenta con los buenos deseos de pronta recuperación de parte de todas y todos,) como le gusta decir a ella), porque no sería bien nacido quien tuviera otra idea.
Cierto es que como no se trata de una señora del barrio, hay derivaciones políticas que no pueden evitarse.
La primera y posiblemente la más sorprendente es que, naturalmente, será el Vicepresidente el que quedará a cargo del Poder Ejecutivo de la Nación.
Cuando se elige al compañero de fórmula posiblemente nadie especule demasiado con esta eventualidad, pero cuando las cosas ocurren no hay más remedio que acomodarse a las normas que rigen el funcionamiento del Estado.
Sabido es que la principal fortaleza de la Presidenta es el 54 % de los votos que la eligió.
El problema es que ese poder es intransferible.
Boudou carece de ese respaldo y está ahí porque está ahí.
Es un ajeno, formado en las filas del partido de Alsogaray, aquella Nueva Fuerza cuando la candidatura de Julio Chamizo y Susana Giménez ondulando su nombre en la remera de propaganda.
Su antecedente en la función pública fue la de ser Secretario de Gobierno y Hacienda en el Partido de la Costa antes de acercarse al primer nivel de la política.
Sus antecedentes de disc jockey en Mar del Plata, su vocación rockera y sus motos de colección no parecen demasiado aval.
Lo cierto es que lo tendremos de Presidente de la República.
Razón de más para que tengamos toda la fe puesta en la Ciencia, que en el quirófano del Hospital Austral reparará el daño que afecta a la Presidenta.
Esa, la de la ciencia Médica es la única verdad y en sus manos depositamos toda nuestra fe.
Los intentos, inevitables, de hacer de esta desgracia una maniobra política que convoque a vigilias, gritos de lástima y festejos carnavaleros serán apenas una anécdota al servicio de la carrera de alcahuetes.
La mayoría silenciosa de la que formamos parte será la que espere confiada que todo salga bien.
Ya habrá tiempo para que la Presidenta vuelva a serlo y nosotros volvamos también a opinar sobre sus actos con respeto y plena libertad.
Fuera de tema, es esta la última nota del año.
Arriba las copas y Feliz 2012 para todos!!!
SiGesellnoticias