No hacía falta tanto título ni tanta pompa en los lejanos tiempos de nuestra escuela secundaria para que un profesor señalara virtudes sarmientinas y vicios rosistas y otro enseñara exactamente lo contrario.
Lo bueno de aquello era la libertad de criterio con que cada uno podía decir lo suyo que no es lo mismo que esta línea enarbolada por el Gobierno, servida por un acróbata de la política como es el Sr. Pacho O ´Donell y asumida como una exhibición del “fervor revolucionario”.
Por definición, revisionistas somos todos, más allá de calidades, títulos y honores.
Lo son los periodistas y los que sin tener habilitación para el ejercicio de la profesión, tenemos por hábito pensar y escribir lo que pensamos.
El Revisionismo analiza cosas del pasado sin que nadie establezca tiempo transcurrido.
Así es que los hay quienes hurgan en papeles y documentos vida y milagros de figuras históricas, o los que se dedican a la caza de leones en el zoológico juzgando y sentenciando por enésima vez a los dictadores que la Democracia ya juzgó apenas recuperada y cuando estos tipos no usaban pañales geriátricos como ahora.
Como estamos a poco tiempo del inicio del ciclo escolar y ya está en el tapete la amenaza gremial del no inicio de las clases por cuestiones salariales, puede ser oportuna una visión revisionista de lo que viene siendo la Escuela en estos años de “progresismo y redistribución de la riqueza”.
Haciendo uso de la ventaja que significó el traspaso de la Educación a las Provincias ejecutado por Menem y Cavallo, el actual Ministro de Educación de la Nación, que no tiene escuelas ni maestros a cargo, ya ha anunciado posiciones duras frente a los reclamos salariales docentes.
En las Provincias todos esperan para lanzarse luego a la lucha por el sueldo.
De los alumnos nada se dice.
Del funcionamiento administrativo del sistema menos.
De los contenidos curriculares y los cambios pedagógicos ídem.
Todo es cuestión de precio, por un artículo que es más que evidente que cada día desciende en su calidad.
Desde un planteo revisionista de nivel doméstico, sería bueno repetir aquella aventura televisiva que en los 70 y los 80 conducía por Canal 9 Silvio Soldán.
Aquel “Feliz Domingo” primero y “Domingo para la Juventud” luego mostraba al desnudo el resultado del paso de los chicos por las aulas.
Las respuestas disparatadas y, más que ellas, las reacciones de los participantes mostraban la ausencia de conocimientos y la carencia de valores vinculados al sentido de la responsabilidad, la falta de autoestima y la inexistencia del mínimo espíritu crítico.
Repetir esta experiencia sería una buena manera de saber que pasa en las aulas.
Quizás así el tratamiento del tema educativo por parte de autoridades y docentes sumaría a la discusión por sueldos, licencias, ausencias y mateadas de perfeccionamiento, el eje principal de la Educación para la vida: formar e informar .
Y hasta de paso, alguien podría recordar que no solo se violan los Derechos Humanos cuando se secuestra, se tortura y se mata, sino también cuando luego de pasar 12 años en la escuela, se escribe “hojos”y se dice “estea”.
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