Quien puede dudar que en esa militancia, ese padecer y el pertinente convencimiento del ideal, se halle la materia prima de todo dirigente donde el hecho de pertenecer o no al Estado, no sea lo importante en sí, sino extirpar la injusticia, la desigualdad y todo tipo de oprobio que atente a la condición humana, por el cual en los ideales, la dirigencia y en la militancia, se encuentre la columna que vertebre a la práctica política que resista a lo provocado por la clase dominante.
En tales luchadores, la instancia electoral implica una oportunidad para acceder al poder y desde allí, llevar a cabo su ideario, donde el pragmatismo de gobernar ya se encuentre precedido por esa instancia dirigencial e iniciada en la temprana militancia de la actividad política y exceder lo meramente partidario.
Por el cual la actividad política y la instancia electoral, son dos vías paralelas que en algún momento por calendario electoral, se deben unir y después del mismo, se separen, donde el dirigente como el militante continúen con sus actividades como tales.
Pero, ¿qué sucede cuando por la inminencia electoral surgen candidatos y antes de las mismas, sólo eran ciudadanos sumidos en sus actividades privadas?, vale decir, de aquellos cuyo sentido político siempre estuvo en segundo o tercer lugar, detrás de su actividad comercial y del salón partidario y sólo por urgencia de candidato salir de campaña y cumplir un rol al que no están acostumbrados.
A no ser que tales personas se encuentren en la confusión de creer que por ser dirigentes partidarios o militantes partidarios, los capacite a ser dirigente y militante a nivel social, partícipe de una ciudadanía política, pero se trata de un cholulismo sujeto a la actividad fetichista del placebo y nada más.
Y tal instancia de lo cholulo se haya enquistado en el pueblo con un corolario fatal de fondo, las ausencias de políticos y el emerger camaleónico de los disfrazados de siempre ante el advenimiento de lo electoral, por el cual éste, posicione a trepadores que ven en las elecciones la oportunidad a ascender al beneficio personal por pertenecer jerárquicamente al estado municipal.
Por casualidad, ¿ha visto usted a los candidatos después de resultar derrotados, ejercer algún tipo de actividad que hallan prometido en su campaña?, el ideal siempre excede lo contingente, por el cual de haber dirigentes comprometido con lo social, el revés electoral jamás les hubiera impedido continuar su actividad como a Dilma Rousseff, Nelson Mandela y Lech Walesa, y el haber accedido al poder, no fuere por gratuidad electoral de sistemas, aparatos, punteros, fraude etc.
Pero el pueblo, ¿reconoce a los disfrazados de turno?, éstos, ¿serán cómplices del oficialismo al que públicamente dicen oponerse en época electoral?, la vigencia de unos y de otros nos dice que la simulación manda, mientras tanto, los valores que un dirigente o un militante representa están ausentes, pues el sacrificio, el vituperio, la marginalidad, la cárcel o el desdén de propios y ajenos, son hechos para verdaderos dirigente o realidades en otras sociedades, donde la desigualdad, la miseria y la violencia es tomada con seriedad, porque la vigencia Cholula, es posible por colectivos cholulos que viven y sufren la desigualdad con Cholula liviandad.
Juan Oviedo
SiGesellnoticias