El consumo de te solo adquirió notoriedad, en Europa, en los años 1720-1730. Empieza entonces un tráfico directo entre China y Europa. Aunque tan solo una exigua parte de Europa oriental, Holanda e Inglaterra, consumían la nueva bebida. Francia consumía muy poco, Alemania prefería el café y España era aun menos aficionada. Pero con el tiempo y con la ayuda de los comerciantes europeos el té llego a todo el mundo, ya sean lugares para su cultivo como lugares para beberlo.
En Inglaterra llego a todas las clases sociales, pobres y ricos lo bebían. Incluso se dice que remplazo a la ginebra (muy requerida por las clases bajas inglesas). Hoy el tomar te a las cinco de la tarde es una de las características de este reino. Aunque en China se tomaba el te desde mucho antes, actualmente se lo toma mas y por mas gente que en cualquier otro país del Mundo.
De acuerdo con la leyenda China, el emperador Shen Nung descubrió esta bebida cuando estaba bebiendo agua a la sombra de un árbol silvestre, que se mecía cadenciosamente con los aires de primavera, casualmente unas hojas cayeron en la olla del emperador y este bebió la infusión, se sintió reconfortado y con una especial sensación de bienestar. El té había nacido.
Los indios atribuyeron el descubrimiento al príncipe Bodhi-Dharma, hijo del prudente rey Kosjuwo, quien partió en peregrinaje rumbo al norte de la vida, con el propósito de predicar el budismo a lo largo del camino. Al final del quinto año, estaba enfermo y débil, a sugerencia de los sabios recogió algunas hojas de un árbol especial, disfrutó de su infusión, se curó y por supuesto el remedio resulta ser el té. Sus extraordinarias propiedades le permitieron cumplir su promesa.
La leyenda japonesa le añade un toque sensual, cuentan que al final de los tres primeros años de peregrinación, el Príncipe Bodhi-Dharma un día soñó con todas las mujeres que había amado, parece que era todo un conquistador, al despertar, se avergonzó de su traviesa líbido y no se le ocurrió mejor cosa que hacer una promesa imposible de cumplir, no volver a dormir y de esta manera no podía volver a soñar con sus pecadillos. Cuando estaba a punto de sucumbir y quebrantar la piadosa promesa, ya que el sueño y el cansancio lo doblegaban, encontró un hermoso arbusto, mascó algunas de las hojas de té y descubrió que tenían la propiedad de mantener sus ojos bien abiertos y alejados los recuerdos pecaminosos, solo por un tiempo más, desde que me contaron esta historia siempre me ha parecido un poco exagerada, ya que dormir y soñar son parte sustancial de la vida.
Las 10 cosas que hay que saber para preparar un buen té:
1.El agua: tiene que ser fresca, de la canilla. Como su calidad varía mucho según las regiones, si es muy clorada hay que usar agua de filtro, pero nunca agua mineral, ya que contiene sodio, potasio y otras sales minerales que le dan dureza y afectan la calidad de la infusión. Debe estar recién hervida, nunca sobre hervida, porque al hacerlo se elimina el oxígeno disuelto y esto afecta la calidad.
2.Hebras o saquitos: tener en cuenta que la calidad de un té no está dada por la presentación. Hay hebras exelentes y otras de mala calidad; lo mismo ocurre con los saquitos. La diferencia entre ambos está en el proceso, especialmente en la molienda, en unas se utilizan máquinas que muelen partículas grandes y en los otros más pequeñas.
3.La preparación: calentar el agua hasta el primer hervor, colocar en la tetera (previamente calentada) tantas cucharaditas de hebras o saquitos como personas que van a beber. Verter el agua sobre esto y dejar reposar, tres minutos si son saquitos y dos minutos más si es en hebras.
4. Té verde: en este caso hay que prestar especial atención a la temperatura del agua, nunca debe superar los 70°. Se calculan las mismas cantidades que con el té negro.
5. Solo o con leche: si se eligió una variedad de carácter intenso, la leche puede sentarle bien y suavizar su astringencia. Esta es una costumbre occidental, que en general y según el gusto de cada uno, armoniza con aquellos tés de tipo más vigoroso. ¡Pero cuidado! Hay que tener presente que la leche no se lleva bien con el sabor de ciertos tés negros como el darjeeling o los ceylon, y ciertamente no combina para nada con los verdes ni los aromatizados.
6. Con o sin azúcar: aunque los chinos no tenían la costumbre de endulzarlo y algunos especialistas sostienen que enmascara el sabor, otros opinan lo contrario, especialmente en lo que se refiere a los saborizados con frutas. Es una cuestión de gustos.
7. Té helado: si es verano, ni lo dudes. Para prepararlo se emplea el doble de la cantidad, saquitos o hebras, que para una infusión normal para obtener un té mucho más fuerte. Después servirlo en un vaso lleno de cubitos de hielo. Se puede endulzar y agregarle hojas de menta, rodajas de limón o naranja.
8.Como guardarlo: una vez abierto y retirada la envoltura exterior que lo recubre, es importante conservarlo en recipientes herméticos y protegido de la luz y de la humedad ambiente, lejos de alimentos con olores fuertes que los contaminen. Los saquitos con sobre envoltura exterior ya están protegidos.
9. Alimento saludable: no solo es rico sino también un aliado de la salud. La mayoría de sus virtudes se encuentran en el poder antioxidante de sus compuestos que lo convierten en un excelente vehículo para prevenir el envejecimiento celular; disminuye el riesgo de contraer ciertos canceres y enfermedades cardiovasculares. Ayuda a disminuir el colesterol malo e inhibe la acumulación de azúcar en la sangre. Es un poderos agente inmunológico que contribuye a aumentar y reforzar las defensas del organismo. A diferencia del negro, el té verde no pasa por el proceso de fermentación de sus hojas; por eso además de conservar su color verde brillante, posee aun más propiedades antioxidantes.
10. Solo, con leche, dulce o amargo, negro o verde, mejor si es compartido: una tarde con amigos, ricas tortas y una humeante taza de un buen té.
Hasta la semana que viene.