La costumbre de comer ñoquis los días 29 puede ser relativamente reciente, pero la historia del plato es bastante antigua. Fue el primer tipo de masa casera. Spaghetti, ravioles y compañía son posteriores. Los ñoquis existen desde los tiempos de griegos y romanos. En Italia, los llamaron primeramente macarrones. En la Edad Media, ya eran conocidos con su nombre actual.
Algunos estudiosos dicen que significa algo así como "pelota", ya que justamente son pelotitas de harina amasadas con agua. Los ingredientes de la masa fueron variando en el tiempo; comenzaron a ser elaborados con varias harinas, sobre todo de trigo. Mezcladas con agua, condimentadas con sal y cocidas en agua, eran alimentos sustanciosos. Años después, la masa fue enriquecida con espinaca, queso, castañas, carne o pescado.
Luego de la introducción del maíz en Italia, a mediados del siglo XVI, surgió el ñoqui de polenta. Pero fue la llegada de la papa, entre los siglos XVI y XVII, quien cambió la historia del plato. En el pasado, los ñoquis eran una preparación característica de la cocina del norte y centro de Italia. Hoy, es de dominio nacional. Venció incluso la resistencia de los napolitanos, adeptos irreductibles de los spaghetti y otras masas largas. El éxito de los ñoquis llegó incluso a países vecinos.
En Alemania y Hungría existe un plato similar, los "spätzle", que se acompañan con carnes asadas, o gratinado y servido en sopas. Los húngaros repitieron la receta, cambiando el nombre a "galuska", que se acompaña con el famoso "goulash", un guiso de carne conocido desde el siglo IX.
Traiga fortuna o no, el plato del día 29 es un clásico. Para el comilón, en tanto, la verdadera fortuna consiste en saborearlos.
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