El prolongado parate de pescadores en el Puerto de Mar del Plata no movió ni el amperímetro en medio de la interminable sucesión de protestas.
Cada uno de estos días 4 millones de litros de leche son tirados a las zanjas por los tamberos a modo de protesta porque les pagan $ 1,50 el litro de la misma leche que en las góndolas cuesta $ 6,00.
Hasta los datos oficiales señalan un deterioro de las variables económicas que las consultoras privadas anticiparon hace tiempo y en valores lejos de los del INDEC y cerca de la realidad.
Ya nadie se acuerda de la ceremonia montada para inaugurar los viajes del tren Talgo de Constitución a Mar del Plata, con el papelón incluido de que el primero que sería recibido en la ciudad atlántica por la Presidenta no llegó por desperfectos mecánicos.
Como pasa por Chascomús, podemos decir que la prestación se ha restringido a un único servicio semanal que no alcanza ni para la foto.
Cada uno, en su lugar de residencia, tendrá una lista propia del funcionamiento del “paraíso”.
El Gobierno se desentiende de estas cosas menores y se empeña en la alta política.
Así es que lo vemos dedicado a hacerse dueño de la ex empresa Ciccone, ahora llamada Compañía de Valores Sudamericana, (CVS), vinculada indisimuladamente al Vice Presidente de la República.
Como se sabe, el titular de la Empresa es un monotributista, Alejandro Vanderbroele, que fue denunciado por su esposa como testaferro del Vicepresidente.
Nadie sabe, ni la Justicia que reclamó oficialmente la información, quién es el dueño, quienes pusieron los pesos que levantaron la quiebra de la Empresa ni quienes integran su directorio.
Sí se sabe que Vanderbroele ocupaba un departamento propiedad de Boudou y éste a su vez mora en otro propiedad de una de las empresas que aportó para el negocio de la imprenta, ambos en Puerto Madero.
Las evidencias de las manos sucias de Amado Boudou son difíciles de esconder.
La pregunta del millón es, entonces, ¿por qué lo apañan de tal forma?
Una penetración desconocida tiene que haber para que el Gobierno actué como lo hace en procura del salvataje de un recién llegado que, para peor, viene de la UCeDe, sin prosapia peronista, sin historia y sin jinetas.
Tanto es el compromiso seguramente presidencial, que el Decreto de necesidad y urgencia que estableció la intervención de la imprenta de billetes fue firmado por todos los Ministros del Gabinete.
Quiere decir que el Gabinete que nunca se reunió para analizar medidas de gobierno apareció junto certificando con la firma de cada uno el apoyo irrestricto al motoquero, guitarrista de rock y desenfadado funcionario.
En definitiva, Amado Boudou es algo así como el ”Isidoro Cañones” del Gobierno, protegido y en el fondo admirado por un séquito de funcionarios que no se animan a ponerse en su camino, para no contrariar los gustos de la Señora.
Para recuerdo de los más grandes y conocimiento de los chicos, Isidoro Cañones era un personaje de historieta creado en noviembre de 1935 por Dante Quinterno.
Era un vago que oficiaba de administrador de los bienes de Patoruzú, siempre listo para las fiestas, las mentiras, las picardías y todo cuanto se podía hacer sin trabajar.
Isidoro, Patoruzú y el Coronel Cañones llenaron una etapa brillante del humor gráfico.
El intento oficial de darle a este apresurado apropiamiento de la ex Empresa Ciccone un tinte patriótico al aludir a la “soberanía monetaria” suena ridículo.
El hecho de poner en juego la seriedad y los recursos del Estado sólo para defender la situación judicial de un joven descarriado suena aún más que ridículo.
Y el ignoto Ministro de Economía obligado a explicar que nada le costará al País el apropiamiento porque se pagará con la compensación de la deuda de la Empresa con la AFIP, además de violar la Ley de Quiebras, es directamente un atentado a la inteligencia.
Mientras la vereda de enfrente siga vacía seguiremos siendo asistentes pasivos de esta representación.
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