así, entre los veranos y los inviernos que atraviesan al pueblo, se halle el imaginario por lograr dinero y el ensimismarse sólo en cada sí, será lo instalado sin más, y pasado el instante del verano, la nueva espera por el verano siguiente sea con la misma centración en cada sí.
Entonces, ¿existe la alternativa por pensar la realidad del pueblo en forma distinta?, NO, porque si naciste aquí, entonces, ¡se vive así, porque se piensa y se siente así! y si vives aquí, ¡aquí, se vive así!
Ahora, mira las consecuencias de tal pensar, de lo cíclico de las cosas y del eterno retorno de lo mismo que implica tal imaginario, porque lo habrás de trasladar a otro ámbito donde, allí, ¡si es preciso otro pensar!, de lo contrario, veras que aquellos que arribaron tras votos de por medio, al ámbito del municipio y del deliberante también, estarán años tras años los mismos apellidos, jugando a ser oficialistas y a ser opositores, juego ejercido por esos mismos apellidos, delfines y testaferros, anulando la alternativa por algo nuevo, como imperativo enquistado del no innovar y mantener así, el privilegio de ser ellos quienes manden y ordenen en un pueblo de trepadores partidarios, cortesanos sumisos y cómplices de siempre.
Entiende que los dirigentes en tal lugar, no pueden existir, porque impera la presencia electoral y la mirada partidaria, y post hecho electoral, los candidatos (pseudo dirigentes) ya no existan más, ¿y sabes por qué?, porque para ser dirigente deben existir valores, ideales, utopías, sueños y fundamentalmente a un otro con quien compartir, dirigir, pero desde el hecho esencial que exista como otro.
¿Y sabes por que?, porque al no reconocerse en el pueblo el valor por cada sí mismo, entonces, a nadie le importa el otro, ante la único que existe y es digno de verse, yo, y todo lo que yo pueda provocar y generar para mi propio beneficio donde el otro, vale si me es útil, si es utilizable, tras la concepción del simple medio a la propia conveniencia.
Entonces, no será gratuito no ver a nadie en el invierno, en un pueblo con más de cuarenta mil habitantes, se torne un pueblo lleno de ausencias, de carencias, de espectros desprovistos de vivencias al estar centrados en el cada sí mismo, donde los otros, si no los utilizo ¡no existen!, y eso hace al pueblo un lugar de fantasmas.
Y espacio para el diario entretenimiento –de los pocos que pueden- a estar entre bares y cafés de la ciudad, desde el hablar y opinar con el mismo ritmo medieval que instala el diario repetir en su cadena del decir, donde año tras año se mantiene sin cesar, ¡y a los mismos apellidos, ahora, se le agregue el mismo decir!, y colabore con ello, la reciprocidad entre noticias y hechos, porque nada distinto sucede en el pueblo, pues todo, todo es el mismo repetir
La idiosincrasia del que “a nadie le importa nada”, excepto, por ese importar centrado en cada sí mismo, reina sin más, ahora, ¿entiendes lo que eso produce?, indiferencia a todo lo que sucede alejado del radio de tu interés, por eso lo que sucede en el pueblo no importe nada, y provoques la mayor perversidad del lugar, legitimes todo suceder porque toda indiferencia, siempre legitima.
Legitimas lo medieval del pensar y al usurpador que habita, pues no solo de terrenos hay usurpadores sino que es usurpador aquel que se instala en el municipio justificado en la reelección, legitimas el uso cuando te acercas al pobre pensando en ti, siendo cura o sociólogo o como naufrago de otro naufrago, o legitimas la miseria de la colecta al vivir en permanente recesión, legitimas la limosna del fin de semana largo, legitimas el básico y el sueldo supremo municipal, legitimas lo que no se debe legitimar, pero ¿sabes?, el no saber lo que haces, el no ser conciente de tal hacer, no quita que lo legitimes, desde la indiferencia provocada por tu mismidad.
Por ello, es que ni siquiera te parece curioso que en la cuna de la indiferencia se hable de colectivo, de identidad, de geselinos, de cooperación, de altruismo, de vecinos, de barrios, del posicionado discurso sin correspondencia con lo real del lugar, discurso que no representa a ningún bien intencionado, sino que porta la voz de aquellos que a igual que tú, piensan en ellos y nada les interesa, excepto a ellos mismos y busquen también legitimación, pero a diferencia de vos, lo hacen ejercitando su conciencia y también, a diferencia de vos, ellos son exitosos, se les acerquen más.
Y sólo para que lo medites, ¿cuantas veces se te acercaron?, esa es la medida, no hay gratuidad en los acercamientos ¿y cuantas veces te acercaste?.........porque la popularidad del patrón nace a la sombra de la necesidad que manda.
Recuerda, piensa, analiza, la frase es simple, pero su resultado terrible: la indiferencia legitima.
Juan Oviedo
SiGesellnoticias