De hecho todo manifestar nos señala el mismo cuño o sello siempre presente, expresar algo que se halla en la interioridad de aquellos que se manifiestan, se trata de un algo previo y en definitiva, es lo que se debe detectar para entender el móvil de toda movilidad social.
Así, ¿cuál habrá de ser ese algo que llevo a la movilización y al cacerolazo de la noche del jueves 13 en capital y distintos lugares del país?
Consideremos algunas de las voces que han interpretando el móvil de la movilización: un reclamo al sistema político y a sus principales referentes, los movilizados ser personas que no se encuentran contenidos ni con su estilo ni con sus modos del oficialismo, entender que se trato de una instancia mediática cuya respuesta provino de sectores medios y muy informados, sectores que tienen resuelta la cuestión económica, que la sociedad se movilizó como oposición a la inflación, el desempleo, la inseguridad y la corrupción, entender como una gran disconformidad con la dirigencia de la oposición.
Tales y cada una de las voces pueden tener su cuota de veracidad y sin embargo, para superar el relativismo que no explica nada se deberá descubrir eso que llevo a la gente a manifestarse.
La primera de nuestras consideraciones señalará la urgencia por ciertos cambios como ser el trasmutar de autoridades, donde el aparato electoral no es vía que agilice sino que perpetúa, y provoque impotencia en aquellos postulantes del cambio, la impotencia ante un sistema político que no se halla a su servicio sino que es al revés.
Segundo, la ausencia de una oposición al servicio de la gente y no ser oposición por no ser oficialista, vale decir, una alternativa real y que por ahora no existe como tal, este implique otro elemento a la impotencia.
Tercero, consista a asistir pasivamente a las intervenciones del gobierno con ciertas medidas entendidas como lesivas a cierta subjetividad, como cepo cambiario, el no a las importaciones, perder privacidad en lo económico por la intervención de la AFIP y su celo controlador, hechos de gobierno frente a cuestiones que se podrían entender de derecho, el no tener ni poseer las herramientas concretas de defensa ante tales hechos concretos y la indefensión ante el gobierno ser patente.
Cuarto, entender que el gobierno gobierna para otros argentinos y ellos no participan de ese país o en otras palabras, marginalidad, no obstante, por vivir en el mismo país colaboren con sus impuestos, su valor a las ganancias, sus descuentos jubilatorios al caudal impositivos que serán utilizado para otros argentinos.
Desde un punto de vista electoral, los movilizados son los perdedores, los que perdieron, los alejados, los que no tienen representantes, a los que les asiste el derecho pero no les asiste el gobierno, ahora, ¿se trata de la misma clase que supo disfrutar el “me da dos” posibilitado por la tablita cambiaria de Martínez de Hoz, también del uno a uno que les permitió viajar a Miami las veces que lo desearan, y con inflación, desempleo, inseguridad y corrupción instalada?, de ser así, entonces, ese algo movilizador no son las condiciones republicanas, nacionales, patrióticas o lo que fuere, sino de una enquistada actitud presente en aquel cacerolazo del corralito del 2001, el protagonismo de clase representado en aquellos depósitos.
Y algo que el gobierno supo entender y de allí, apoyar a la clase del proyecto nacional y que lo perpetúe en el poder, así, “mientras dure el dinero, durará el gobierno”, tal es el condicional situado, simple y claro, y el cacerolazo, fue justamente contra eso, por la impotencia de NO poder cambiar hoy, ahora y quizás mañana, el condicional señalado.
Juan Oviedo
SiGesellnoticias