Así, cuando nos interrogamos por los pasos de ¿cómo se gobierna, si por bien o por mal? el fenómeno de la reelección responda de por sí, pues ¡quien puede dudar que se va bien?, sin embargo, tales hechos y sus pertinentes actitudes serán sospechados según la oposición, y catalogarlas como de una dictadura de la cuantificación y quien maneja toda cantidad, entonces, gobierna atendiendo sólo a su parecer respaldado por lo cuántico.
Con este simple antecedente vayamos a la cuestión que nos interesa, interrogando acerca de la respuesta por ¡cómo va el gobierno!, esas respuestas ¿son respuestas crédulas o por el contrario, respuestas en contacto con lo real?, porque la credulidad y la cantidad siempre atentan con el contacto de la realidad y ésta, se nos termine escapando.
Se trata de creer en lo que dice el gobierno o los que se oponen a él, que posicione el a priori del interés y que nos recuerda al trasfondo de la fe, pero la realidad mediática nos recuerde a la razón porque justifiquen los hechos de gobierno o de la oposición, como verdades y realidades indiscutibles.
Entonces, aquellos que no comparten los a priori de unos o de otros y a la vez, desconfían de los medios, ¿por qué terminan acudiendo a ellos?
La respuesta es simple, si no se encuentra empíricamente en el lugar donde dicen que suceden los hechos, entonces, ¿cómo podrá accederse a la totalidad del país si no es por la condición mediática?, por lo tanto, la malla de la red que teje lo real desde el relato, lo será a base de noticias, discursos y fotos, desde los a priori instalados pertinentemente como oficiales u opositores, ¿neutrales?, no, el negocio mismo que lo mediático implica, utilizar a la noticia como producto, hace imposible la señalada apreciación.
Así, usted se halla asido por la red mediática porque esta obligado a acudir a ella, y alumbrar a la paradoja del desembarazarse también de tal red, para vislumbrar que hay de verdadero en lo ponderado por esos medios.
Tal como sucede con las noticias que versan acerca de la economía, usted puede comprobar directamente al visitar un supermercado si lo que dicen los informes acerca de si hay o no hay inflación o si los porcentajes que dicen son verdaderos o no, ahora, a continuación, usted lee acerca del crecimiento por año de la economía nacional, entonces, ¿cómo participa usted en tal crecimiento?, la relación directa y clara experimentada con el supermercado se ha roto, vale decir, que usted no tiene referentes para elucidar lo que se dice.
Por lo tanto para aclarar algo que no queda claro, debería consultar a economistas, leer, estudiar y todo ese tipo de cosas, escuchar programas con ambas orientaciones y sacar sus respectivas conclusiones, aspecto que le puede demandar, semanas, meses o años.
O por el contrario, entender que nos hallamos ante dos aspectos de la realidad, la conceptual y la persona de carne y esa sea la diferencia, entre una designación que significa y un denotado concreto (personas) que existe. Máxime si esos denotados de carne y hueso dudan o no entienden muy bien la relación entre el crecimiento nacional (designado) pero con desnutrición y niños que se mueren de hambre (denotados), ¡cómo hacerle entender que ese crecimiento no lo abarca a todos y ellos con simpleza retrucar, entonces, no se trata de todos y no es crecimiento nacional sino personal.
El lenguaje utilizado para designar y denotar es aplicado para ocultar y ponderar, criticar, influir y fundamentalmente manipular.
Como ejemplo, es relativamente fácil denostar a un gobierno al oponerlo con el de la República, ésta, viene precedida por un halo superior excediendo las intensiones temporales de cada gobierno, mientras que éstos, presos de la instancia empírica con nombres y apellidos, son vituperados, descalificados etc., mientras que el de la República no, porque ¿quién puede descalificar a la República?
Con la República tratamos con un designado y su función significativa, posicionar una condición pero de difícil denotación, porque cuando se trata de posicionar lo concreto de toda República, solo accedemos a una dimensión simbólica, tal como sucede con el texto de Marcos Aguinis titulado El veneno de la épica kirchnerista, opone a las acciones del kirchnerismo a una República, país o Nación fuertemente amenazada.
También, tal fenómeno repetirse, aunque, al revés cuando se vincula al designado nación, patria, con denotados que parten de las filas del gobierno, vaya como ejemplo el denominado “proyecto nacional y popular”, mas allá que ese proyecto apele a lo potencial y reclamo de continuidad para poder llevarse a cabo (re-reelección), el gobierno y sus seguidores, beneficiados, auxiliados se determinen como designados y única condición de realidad, en otras palabras, ellos ser la República, ellos son el país, ellos son la Nación.
Para ser sinceros, el poderoso oficialismo y la raída oposición busquen en sus pertinentes acciones ser considerados como designados, y posicionarse en esa dimensión de lo simbólico, lo sublime y lo único, compartiendo el noble estatuto de designados como lo son la República, la Nación etc., mostrando de tales designados su cabal dimensión: la de meros usurpadores.
Juan Oviedo
SiGesellnoticias