El sentido de la convocatoria es el mismo que ya resultó un éxito el 13 de setiembre pasado y pretende poner de manifiesto otra vez el desencanto popular frente a lo que muchos consideran un Gobierno caprichoso, aislado no solo del Mundo sino también de la sociedad.
Puede decirse, con razón, que la carencia de convocantes individualizados le quita fuerza y le resta proyección hacia adelante.
Puede también decirse, con más razón aún, que la modalidad tiene más fuerza que ninguna porque no responde a banderías políticas de sector sino que es una reacción de la gente de a pie que se siente harta.
Como todos los procesos sociales hizo falta una primera vez que bastó para darse cuenta que la calle es, desde siempre y para siempre, el lugar de todos. Br>
De los que aplauden y de los que silban.
De los de acá a la vuelta y de los de más allá.
Un pueblo no es sino precisamente eso: un grupo de personas con lazos comunes y realidades diferentes que en determinados momentos une sus fuerzas, sus sentimientos y sus reclamos y sale a gritarlos en la calle.
No es necesario romper vidrios, ni quemar gomas, ni ensuciar paredes.
Ese es el sentido del jueves que viene, donde cada uno ejercerá su libertad con el único límite de su propia responsabilidad ciudadana.
Cada cual elegirá también los motivos de su concurrencia.
No necesariamente serán todos iguales, precisamente porque tampoco somos iguales nosotros.
La mentira del INDEC con los índices de inflación, pobreza, indigencia, desocupación y trabajo en negro; la inseguridad creciente; la Educación y la Salud desquiciadas; la Fragata “Libertad” presa; la pretensión rereleccionista; la crisis energética; los frigoríficos cerrados y los 12 millones de cabezas de ganado desaparecidas; la vergüenza ajena en Harvard; el atropello contra la Justicia porque no se somete; la vuelta enamorada con los “gordos” de la cgt; el bloque de Diputados Nacionales oficialistas sometidos a la autoridad absoluta de un joven camporista; la voracidad fiscal de la Nación que somete a la más grosera discriminación a Provincias y Municipios.
Cada cual sabrá elegir por qué es su desencanto, (si alguna vez se encantó).
Lo cierto que hace a la responsabilidad ciudadana mostrar el repudio en paz.
De histerias, beatificaciones laicas, ordinarieces y lagrimeos ya tenemos demasiado.
Esta máquina silenciosa que está comenzando a ponerse en marcha tendrá el año que viene su primer prueba de fuego.
Las elecciones de medio término deben ser la herramienta que permita que se llenen las Cámaras Legislativas con diputados y senadores que frenen cualquier intento de reforma constitucional con reelección incluida.
Ya habrá tiempo, aunque no todo el tiempo, para coordinar esfuerzos, metas y procedimientos para volver a ser una República sana en el 2015.
Hector Ricardo Olivera