Partamos de una pregunta simple ¿cómo se hace un dirigente?, ¿es aquel que habla con la gente, promete soluciones o presenta proyectos en el H.C.D., cómo?, porque hay personas que hablan, prometen, manifiestan y posean sus proyectos y sin embargo, no sean considerados como tal, ¿falta de carisma?, muchos actuales vecinos actuando como políticos no poseen tal carisma y sin embargo, aparecen en los medios como dirigentes.
Toda acción comunitaria exige cabezas que la piensen, por lo tanto, no se trate de un dirigente sólo, el mesianismo es una falsedad por lo tanto, lo común no puede ser resuelto por uno sólo sino por varios, por muchos, vale decir, cantidad de dirigentes y algo sustancial aquí: los dirigidos, éstos han notado que comparten con aquel una serie de prerrogativas por el cual se comprometan a operar en conjunto para tal o cual cosa, paradojalmente, el dirigido, fue mucho más fácil de delimitar, antes que al propio dirigente.
La dificultad radique en que no se puedan reconocer a tales dirigentes que no son los consabidos rostros que los medios ante la necesidad de la noticia posicionan sin cesar, por lo tanto, si la pregunta queda abierta es que la respuesta, aun deba esperar, porque ¡no hay dirigentes en el pueblo!
Sin embargo, una condición será necesaria para configurase como dirigente, superar su propio momento, su propio presente, su propia contingencia y posicionar una realidad que todavía no es y sin embargo, hacerla desde la acción, desde el discurso, desde la presencia, un nuevo contexto y para tal condición, ese dirigente deberá poder “ver lejos”, captar el momento y proyectar la utopía de la posibilidad, de lo distinto en el pueblo, y superar la bruta contingencia que embrutece a las conciencias como presente realidad que lo circunda.
El pueblo se halla embrutecido por esa temporada y nueva temporada, hasta la otra nueva temporada.
El pueblo se halla embrutecido por los opinadores de todo y de siempre, el pueblo es brutalidad por el pendular partidario que se hace dueño del municipio sin nuevas alternativas, el pueblo embrutece porque se ha llenado de miopes y cortos de vista jugando a construir un punto de vista harto repetido al que nadie escucha y menos que menos considera.
Entonces, el dirigente es aquel que puede mirar a lo lejos, es aquel cuyo horizonte no queda subsumido a las estrechas reglas del momento, es aquel que piensa y por pensar, convertirse en algo extraño, casi ser un impertinente, pues no pertenece a un lugar donde su razón como lugar, sólo ser la temporada, y pensamiento dominante al cual todos pero todos, han aceptado sin cuestionar.
Sino, mire usted a aquellos que se postulen como autoridad en las próximas elecciones, sus rentas aumenten en la temporada y eso los delate como cómplices de tal bárbara forma de concebir a un lugar, por el cual ellos, jamás puedan generar ni traer cambio alguno o sea, más de lo mismo.
Temporada, será la temporada, un dirigente rompe necesariamente con eso, por lo tanto, tales dirigentes aun no existen, aun no son, por ello lo titánico de su definición como tal: “aquel que ve lejos” y que los miopes de siempre, jamás podrán acceder.
Juan Oviedo
SiGesellnoticias