Sin embargo, en el invierno (periodo recesivo) no todos serán golpeados por igual, en especial a esa burguesía local que ha sido beneficiada por el modelo inicial del balneario y cuyas decisiones del ámbito político de turno, no habrán de alterar a ese estadio del no sobresalto respecto al periodo de la parálisis del vacacionar.
Entonces, ¿cual o qué sería lo verdaderamente importante al estado municipal con cada gestión de turno?, sin lugar a dudas atacar lo recesivo, pero si como hemos sostenido la recesión es de carácter estructural, entonces, si o si se deberá enfrentar a condiciones desconocidas para poder ejercer un cambio en la condiciones materiales en busca de una justicia, igualdad, equidad, oportunidad etc. porque de lo contrario, ¡que justificará su postular si todo sigue siendo igual?, estamos frente a un gatopardismo entretenedor efecto de un sistema amparado en la legalidad de la cantidad, pero ineficiente a la hora de provocar cambios estructurales.
Como todo el mundo costero lo sabe, la función política está determinada por esas condiciones materiales llamada invierno y verano, condiciones que no son momentos de calendario ni de estacionalidad sino que se trate del beneficio de unos y el esperar de otros, que habrá de posicionar la presente desigualdad social y las diferentes forma de enfrentar al invierno, hambre o no, frío y miseria, necesidades no satisfechas con las satisfechas etc.
Y ya estamos en año electoral, legislativas en juego, oficialismo y opositores habrán de iniciar en el pueblo una carrera en pos del fetiche del éxito -los votos-, unos y otros buscarán convencer, seducir, persuadir que cada uno es la mejor opción para ser votada, sin embargo, después del acto electoral nada cambie, excepto, el sueldo que reciban aquellos concejales electos, vale decir, se trata de individualidades que habrán de ingresar al privilegio de tener un sueldo durante muchos años cuyas banderas que los llevaron a las bancas fueron las del colectivo.
¿Estamos ante una gran mentira?, no, corrijo tal apreciación sino que estamos pivotando ante una descomunal farsa que significa todo periodo electoral, porque el discurso empleado siempre posiciona el colectivo cuando lo que se posiciona son las individualidades que el colectivo vota ante el mandato jurídico de votar.
El estado local desde 1983 en adelante jamás puso en tela de juicio al modelo que sustenta económicamente al lugar, colaboracionista sin par se mixturó con las necesidades de una burguesía comercial donde aquellos que llegaron al sillón del segundo piso indirectamente se pusieron al servicio de esa burguesía cuando utilizaron los recursos e infraestructura municipal para embellecer al balneario en cuestión.
Por ello la farsa en los siguientes meses habrá de posicionarse una vez más, con aquellos que dicen que tienen el poder pero que no lo tienen, con aquellos que livianamente proponen un cambio y como jamás se pusieron a pensar no saben lo que están diciendo, con apetencias personales buscando llegar al deliberante pero utilizando un discurso social, la farsa en el gatopardismo que cambia de nombres y figuritas en el legislativo y ejecutivo del pueblo durante años y años pero que en definitiva, nada cambie.
Porque el pueblo es recesivo, la experiencia del invierno, será diferente según sea usted comerciante, changador, desocupado, estatal, municipal o dependiente de cualquier dádiva gubernamental y por último una salvedad, no se justifique en el mandato de votar para mirar hacia otro lado, porque si con el voto convalida un sistema al que esta obligado a convalidar porque si no lo hace lo castigan por la condición obligatoria de votar, no esta obligado a creer en el sistema político como cambio porque entonces estará convalidando la farsa, algo que no es punible pero si cuestión que lo condena.
Juan Oviedo
SiGesellnoticias