El continente blanco contiene unos 26,5 millones de kilómetros cúbicos de hielo, si se derritiera, sería suficiente para subir la altura del nivel de los océanos unos 58 metros. Este dato no debe ser tomado de forma alarmista ya que no está previsto que esto ocurra en el corto o mediano plazo. A pesar de ello, la contribución de la Antártida a la elevación del nivel del mar podría ser significativa en caso de derretirse.
Si se incluyen las plataformas de hielo flotante que sobresalen en el océano, el total es de casi 27 millones de kilómetros cúbicos.
Las cifras son el resultado del proyecto internacional Bedmap2 donde actuaron 60 científicos de 35 instituciones pertenecientes a 14 países.
Si bien el volumen de hielo estimado por Bedmap2 es 4,5% mayor que el que se determinó anteriormente, el incremento en el nivel del mar no es tan diferente a las pasadas estimaciones y esto se debe a que el hielo extra estaría ubicado bajo la actual línea de agua, por lo que si se derritiera no aumentaría significativamente el volumen.
El punto de hielo más grueso se encuentra en un lugar llamado cuenca subglacial Astrolabio. Allí, la columna de hielo es de 4.776 metros de espesor.
Los satélites de los últimos años han mejorado enormemente la comprensión de la elevación del hielo y además se incluyeron, información sonora de radio-eco, estudios sísmicos, datos batimétricos (estudio de las profundidades marinas), información satelital de elevación y perfiles de glaciares, entre otros.
Esto explica por qué la mayoría de ese volumen de hielo extra (gran parte en el este de la Antártida) se encuentran bajo el agua. La capa de hielo completa se ubica más abajo de lo que se pensaba.
Sin embargo, el hecho de que más hielo se sitúe por debajo del nivel del mar significa que, en escalas de tiempo milenarias, mayores cantidades de hielo son potencialmente vulnerables al derretimiento.
Hoy se sabe que la mayor parte del hielo que se pierde en la Antártida se está derritiendo como resultado de agua más tibia que se come los márgenes del continente.
Esto no es consecuencia de las temperaturas más altas del aire, sino de los cambios en la circulación del océano causados por las fuerzas atmosféricas. Un ejemplo evidente es el rápido adelgazamiento observado últimamente en el imponente glaciar Pine Island, en la Antártida Occidental.
Fuente BEDMAP / AAPN
Norberto Ovando es Presidente de la Asociación Amigos de los Parques Nacionales - AAPN - Experto Comisión Mundial de Áreas Protegidas - WCPA - de la UICN- Red Latinoamericana de Áreas Protegidas - RELAP -
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