Nadie, (en realidad pocos), parecen comprender que hay distintas lógicas según los escrúpulos, las vanidades y los fanatismos de cada uno.
Por eso la sorpresa del desenfadado intento de copamiento oficial del último bastión que quedaba como reserva de garantía de los derechos de la gente, el Poder Judicial.
Ya Ejecutivo y Legislativo actúan como engranajes de una misma maquinaria aceitada para anular y desconocer pensamientos distintos.
Tal es el grado de eficiencia perversa desarrollado, que en lo que han dado en llamar “Democratización de la Justicia” han impuesto la modalidad repetida de impedir el debate democrático en el Congreso, que sería el espacio donde supuestamente el pueblo, a través de sus representantes, debería hacer oír sus distintos puntos de vista.
No es que los opositores no podrán hablar.
Pero además de las limitaciones establecidas en el Reglamento interno de cada Cámara, todos sabemos que las manos alzadas hablan mejor que Demóstenes, el célebre ateniense que perfeccionaba su voz a orillas del mar con piedras en su boca.
En unos días, la tarea estará concluida y solo quedará el último peldaño, la Justicia, para evitar el descarrilamiento.
Los riesgos no son pocos, habida cuenta de la imaginación al servicio del fundamentalismo de que somos testigos desde hace un decenio.
Las crónicas periodísticas han abundado y seguirán haciéndolo con noticias y opiniones que ayudan a clarificar un tema que no es de fácil comprensión para los ciudadanos de a pié como nosotros.
Por eso que vinculado con la situación pero intentando agregar un modesto aporte más, diré que es lo que falta para hacer que estas cosas que parecieran imposibles ocurran casi sin esfuerzo.
La Política necesita de un elemento vital que la nutre, la exige y obliga a su perfeccionamiento permanente.
Es la rebeldía, lamentablemente la gran ausente.
Cuando se han producido cambios sustanciales ha habido siempre un empujón de juventud plantado ante los poderes constituidos para ponerle freno al autoritarismo y a la prepotencia.
El pacto Mitre-Roca produjo la reacción que de la mano del joven Leandro Alem dio nacimiento a la Unión Cívica Radical.
La participación de jóvenes columnas de obreros produjo la gesta del 17 de octubre y el nacimiento del Peronismo.
Ambos acontecimientos no son los únicos e Historias de todo tipo muestran que las rebeldías han sido freno y motor de desvíos y progresos.
El correr del tiempo ha adormecido esas pujanzas y el panorama actual es una clara evidencia de ello.
La crisis de los Partidos Políticos ha cerrado las puertas y a quitado del menú de opciones de los jóvenes la participación en procura del mejoramiento de la calidad de vida de la comunidad.
Unos no están, y son muchos.
Otros, que sí están, son una demostración por el lado de atrás, que la ´única condición de ser joven es necesaria pero insuficiente para cumplir cabalmente la tarea.
Los grupos de jóvenes exaltados por la propaganda oficial como un ejemplo de solidaridad y consecuencia, son en verdad instrumentos de un aparato que no manejan ellos y donde las rebeldías no tienen ni una mesa y cuatro sillas donde sentarse.
La uniformidad estilo militar de las chaquetas de identificación conspira con la diversidad de ideas que sería lo verdaderamente importante.
Hay disciplina militar para aplaudir y Vivar cuando los parlantes dicen Kirchner y silbar cuando dicen Clarín.
Es poco, tirando a nada.
Nadie ha sabido de una discusión seria en la que un muchacho o una chica se plante frente a una autoridad importante y lo sacuda como siempre hacen los chicos.
Motivos no faltan.
Es increíble que un joven no haya puesto el grito en el cielo cuando lo vio a Gerardo Martínez, titular de la UOCRA, sentado al lado de la Presidenta SABIENDO QUE ERA BUCHÓN del Regimiento 601en la dictadura y en la misma reunión brillaban las figuras de Cavallieri, Lezcano y otros varios
Lo mismo al escuchar al Ministro de Trabajo, Tomada, hablando por teléfono con Pedraza, Jefe ferroviario preso por la muerte de Mariano Ferreira.
Quizás el más claro testimonio de lo que digo es que nunca una autoridad política ha atenido que salir a pedir disculpas por el zafarrancho producido por algún grupo de jóvenes de su sector.
Que esto no pase, no es una expresión de madurez, sino un testimonio de sometimiento, de falta de ideas y de seguidismo clientelar.
Sin rebeldías se limita el progreso, se consolida la estructura conservadora que manda y se adormece a las generaciones más jóvenes que paulatinamente van perdiendo sus años sin el placer de pensar por sí, luchar por esos pensamientos, seguramente perder muchas batallas porque los aparatos son maestros en esto de silenciar a los “revoltosos” y cuando se dan cuenta que no se puede ser progresista andando a la misma velocidad que los viejos, ya son parte asimilada por el conservadorismo que utópicamente creyeron combatir.
De todos modos, siempre hay uno, que se hace dos, tres y, por fin, muchos.
Siempre ha sido así, y así ha de ser …
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