Se preparaban combinando harinas, cereales, semillas, agua y sal, y la masa se cocinaba sobre piedras calientes o brasas. Fue recién en el Antiguo
Egipto donde se descubrió un proceso misteriosos que hacia crecer la masa y producía resultados asombrosos ya que los panes se tornaban crujientes por fuera y con una miga esponjosa y tierna por dentro.
Tal vez los egipcios nos supieron descifrar este jeroglífico producido por las levaduras, unos hongos microscópicos que producen transformaciones químicas que actúan sobra la masa tornándola esponjosa y liviana. Eso si, supieron beneficiarse con su utilización. Además de desarrollar técnicas novedosas para cultivar el trigo y descubrir la fermentación a partir de levaduras naturales, inventaron el horno para cocinarlo.
A lo largo del fértil valle del Nilo, las espigas ondulantes en la molienda se convertían en fina harina y, tras pasar por el proceso de levado y horneado, en delicioso pan.
Más de diez palabras egipcias denominan distintas variedades de pan, según la clase de harina, el grado de cocción o, la presencia de ingredientes como miel y frutas secas. Una vez más la cuna de Cleopatra demostraba ser pionera en la cultura de los pueblos.
Liliana Garegnani
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