El potencial “comenzarían” no es un invento caprichoso de un pronosticador alarmista.
Como nada ha cambiado para bien, las condiciones que año tras año repiten las huelgas docentes al inicio de las clases son las mismas por lo que el conflicto volverá.
De la misma forma que domingo tras domingo todos nos plantamos frente al televisor a ver a Lanata haciendo periodismo de investigación esta columna formula hoy una expresión de “periodismo de anticipación”.
Es la triste consecuencia de gobiernos conservadores que nada cambian, nada imaginan y nada mejor proponen y ejecutan pese a los anuncios y las histerias.
Ya reaparecerá Baradel, como siempre, luciendo su blonda figura de revolucionario de plastilina, repitiendo su discurso en reclamo de mejoras en la infraestructura escolar, en el perfeccionamiento docente y el mejoramiento en las condiciones de trabajo.
Al final del sermón llegará la verdadera razón de todo, el aumento de salarios.
Este motivo justifica el reclamo, pero el pedido sería más legítimo si lo acompañara una tarea constante a favor de los pobres alumnos, víctimas inocentes de un sistema obsoleto que no enseña.
¡Cuánto me gustaría pedir disculpas en marzo por lo dicho hoy!
Sería, eso sí, una demostración más de la connivencia oscura de dirigentes sindicales que forman una oligarquía que tiene precio de venta o alquiler y no procura verdaderamente atender los problemas que ponen en sus pancartas tan solo para darle un toque folklórico a su existencia.
Repetidamente se ha dicho desde esta columna que debe modificarse la legislación que regula la tarea docente, que el objetivo central de la prestación debe ser la calidad y que ésta debe medirse con auditorías externas y sus resultados deben determinar el salario de cada docente.
Es un absurdo que se debe abandonar que el maestro que sirve cobre lo mismo que el que no.
Uno se frustra y abandona, en tanto el otro no asume responsabilidad alguna porque todo es igual.
Es fácil decirlo, se argüirá, pero para que las cosas cambien hay que ponerse en marcha.
Nadie, por ahora, parece demasiado listo a luchar en serio por una Educación pública que cuando ya no estemos muestre su eficiencia y su resultado.
Para esto hay que admitir, antes que nada, que los tiempos de la Educación son incompatibles con los tiempos de la Política.
Hasta tanto no aparezca un grupo de gente que así lo entienda, seguiremos perdiendo tiempo y posibilidades de crecer.
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