Es cierto que la locuacidad hueca que hacía recordar al inefable Aníbal Fernández, aunque al menos este no dice groserías, invitaban a vivir la fantasía de un cambio saludable.
La escena se completó con el recibimiento de Jefes opositores, (Macri y Bonfatti), que pudieron conocer in situ los escritorios hasta ahora vedados a sus reiterados pedidos de audiencia.
La realidad, ¡cuando no!, se encargó de volvernos a lo de siempre.
No hay dudas que la Presidenta convaleciente de sus problemas de salud y en plan de abandono del manto negro, puso las cosas en orden.
Y para ella, como antes fuera con “él”, al enemigo hay que tratarlo como tal.
Por eso no fueron tropas federales a aplacar el caos cordobés, para que de la Sota sufra sin que importe lo que pueda sufrir la gente.
Esa gente, además, puso al kirchnerismo en el humillante tercer puesto en las elecciones.
“No mandaremos la Gendarmería”, dijo Capitanich degradado a “soldadonich” y recién a la mañana siguiente el Secretario de Seguridad anunció el envío de tropas.
El mismo “soldadonich” planteó a los periodistas que sólo contestaría cuatro preguntas, lo que hizo que la prensa tuviera el gesto valiente de levantarse e irse.
En suma, el paseo por la cordialidad y el diálogo fue una vueltita como jugando, pero nada más.
Ya estamos otra vez en lo de siempre, que no es sino la confrontación y la negación de las evidencias.
La inflación volvió a ser el alza de precios de algunos artículos y Aerolíneas e YPF son empresas estatales aunque en verdad como siguen siendo privadas no pueden presentar sus balances al Congreso como debería ser.
Se ha tratado, en suma, de las “figuraciones y desfiguraciones del Régimen”, como decía Hipólito Irigoyen.
Hay que admitir, eso sí, que Capitanich no es tonto.
Por eso no renunció a la Gobernación del Chaco.
Solo pidió licencia, por si las moscas… …
Mientras tanto, la Argentina está exhibiendo los frutos de la siembra de rencores y prepotencias que luego de una década germinan en esta fractura social que será lo más pesado de la herencia que ha de quedar .
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