El mantenimiento mentiroso de tarifas subsidiadas y la desidia oficial en el control del destino de los recursos públicos enriqueció a pocos y lastimó a muchos.
No se puede argüir sorpresa, porque año tras año la crisis avanzó sin solución de continuidad.
No hay gas en invierno ni electricidad en verano.
En el caso del gas, son las industrias las afectadas y en el caso de la electricidad el golpe cae directamente sobre los particulares.
El Gobierno es una máquina de adjudicación de culpas, que en su versión jamás le son propias.
La lista es interminable: la oligarquía, el FMI, los grupos concentrados de la economía, la derecha, la Iglesia, (hasta la designación del Papa cuando todos se hicieron fervientes peregrinos), el campo, el periodismo, las corporaciones.
Los argumentos son más que un cachetazo a la inteligencia y al sentido común.
En estos días el capital político que pareció traer desde el Chaco el Jefe de Gabinete Capitanich se derritió como un helado al sol.
Según su entendimiento, la razón de la falta de luz obedece al crecimiento de la demanda producto de la estampida económica que ha beneficiado a todos los argentinos.
Ante las calles a oscuras, los freezers derretidos y los veladores apagados, dijo que nada tiene que ver el Gobierno y es un tema de exclusiva responsabilidad de las empresas privadas.
Más aún, amenazó que si no dan respuesta inmediata al reclamo de los usuarios, el Estado se hará cargo de ellas.
Algo así como revelar el renacimiento de SEGBA y la Ítalo.
Hay que reconocer que este Capitanich es leal quien sabe hasta donde y hasta cuando.
Por lo pronto, no renunció a la Gobernación de su Provincia sino que sólo pidió licencia.
Se aguantó a pie firme que un Secretario, (Berni), lo desdijera y mandara gendarmes a Córdoba luego que él anticipara que no lo harían.
Igual le fue con el anticipo de los “cortes programados” de los que luego tuvo que pedir disculpas.
No parece tener la fortaleza del qquebracho del impenetrable ny el tono de alguien nacido en Resistencia o Charata.
Más se parece a un porteño de Palermo Soho, Barrio Parque o Recoleta.
Si los ha vencido la temperatura, seguro que alguno está pensando que el desestabilizador es el termómetro.
La solución sería, por esta vía del absurdo, crear un INDEC meteorológico.
Como no hay que dar ideas, es de esperar que admitan que todo, o casi todo, puede hacerse desde el Poder.
Lo único imposible es evitar las consecuencias.
A pesar de tanto, esta columna desea Feliz Navidad a sus consecuentes lectores.
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