Si hay algo que está presente y sin excepción en todas las mesas para la cena de Navidad, es sin lugar a dudas el pan dulce. Es que en todos los tiempos se degustó esta dulzura aunque con diferentes formas, con el agregado de frutas secas, especies o, para los más innovadores, relleno de helado y rulos de chocolate. Sea como sea, sigue siendo un símbolo que se transmite a cada bocado: compartir el pan.
Cuentan que los primeros cristianos lo preparaban recordando Belén o Betlehem, tal como se dice el nombre de esta ciudad en hebreo y que justamente significa "casa de pan".
La celebración de Nochebuena es una ocasión propicia para reunir a la familia y los amigos. Esta encierra, en su profundo significado religioso, antiguos ritos cuya exteriorización toma formas diferentes en cada pueblo. Estas fiestas tuvieron un origen unido a la naturaleza y el solsticio de invierno, costumbres que en el hemisferio sur se han seguido, aun fuera de tiempo, copiadas de las del hemisferio norte.
Estas costumbres han ido cambiando con el paso del tiempo, además cada religión le ha ido impartiendo su propio ritual, pero hay algo que es generalizado y no falta en ninguna mesa navideña: el PAN DULCE.
Buscando, se encuentran varias historias y leyendas sobre el origen del Pan Dulce, aquí le contamos algunas de ellas:
Según la historia fueron los griegos los iniciadores de la tradición panadera. Ya en la época de Augusto, descendiente de Julio César, en Roma se habían censado más de 300 panaderías.
Sin embargo, entre el pan y el pan dulce deberían pasar varios siglos, ubicándose a este último en el Renacimiento a mediados del siglo XV.
Pan Dulce - Panettone: Se cuenta que el nacimiento del panettone fue en Milán durante la época del duque Ludovico Sforza, llamado “el moro”. El duque, en compañía de Leonardo da Vinci, comió el dulce pan en una boda en la que el padre de la novia, Toni, era dueño de una panadería. De ahí en más, el “pan de Toni” (la contracción derivaría en panettone) se expandió por el resto de Italia y Europa.
Otra versión de la misma leyenda sostiene que el Mecenas (todos los poderosos del Renacimiento eran Mecenas de artistas) quiso organizar un importante festejo para las fiestas de 1495, mandando a preparar las más sutiles delicias y al cocinero se le quemó el pan de Navidad. Cuando la desesperación lo invadía advirtió que un aprendiz de su cocina llamado Toni, estaba comiendo un pan que había elaborado a escondidas y al que le había agregado frutas. Como último recurso, el cocinero arrebató el pan a Toni y lo presentó en la mesa del duque quienes adoptaron para siempre "Il pane di Toni" o sea “Il panetón”.
Liliana Garegnani
SiGesellnoticias