Por su naturaleza los rayos tienden a producirse más sobre algunas zonas del planeta que sobre otras.
Un rayo es una descarga eléctrica que golpea la tierra. Esta descarga puede desplazarse hasta 13 kilómetros, viaja a 140.000 Km. por segundo, provoca una temperatura de unos 28.000° C, un potencial eléctrico de más de 50 a 100 millones de voltios y una intensidad de 20.000 amperes.
Una gran tormenta eléctrica “puede acumular más energía que la contenida en una bomba atómica” Esta energía es enorme como para hacer hervir la sabia del interior de los árboles haciendo que exploten o cristalizar por el terrible calor la zona de tierra por donde entra el rayo.
Pero además existe un inconveniente aún mayor que la cantidad de pararrayos que habría que instalar. El físico Mario Pecorelli, del Laboratorio de Alta Tensión del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), explica: “Cuando en una tormenta un rayo es captado por un pararrayos, la corriente ingresa a la tierra y se dispersa por ella, estableciendo indefectiblemente una diferencia de potencial eléctrico en el suelo, en la proximidad del pararrayos, que puede ascender a varias decenas de miles de voltios. Si el pararrayos estuviera ubicado en la playa, la tensión aparecería entre los pies de cualquier persona que se encontrara cerca, poniendo en riesgo su vida”.
Para evitar este peligro habría que instalar alrededor de la puesta a tierra de cada pararrayos que se coloque en la costa, una especie de cerco de seguridad que tenga un radio del orden de los 50 metros. “Este cerco, lógicamente, obligaría a la gente a mantenerse alejada del pararrayos a más de 50 metros. Se calcula que a partir de esa distancia, las diferencias de potencial eléctrico resultan inocuas”, afirma Pecorelli.
La incorporación de estos cercos de seguridad determinaría que una porción muy importante de la playa quede absolutamente desaprovechada. Como consecuencia de esto último, la aglomeración de las personas –que de por sí es muy grande sin estos cercos de seguridad– resultaría aún mayor, generando gran incomodidad en las personas que acuden a los balnearios, y desnaturalizando el objetivo principal, que es disfrutar del mar y su entorno.
En consecuencia, de acuerdo con el especialista, hasta el momento, la mejor forma de protegerse de una posible descarga eléctrica es tener previamente acceso al informe del pronóstico meteorológico, evitando la playa cuando se anuncian tormentas eléctricas.
Si no se dispone de esa información, es necesario tener presente que la forma de evitar una fatal consecuencia es retirarse en forma "inmediata" de la playa en cuanto se observa el primer resplandor en el cielo indicando la inminencia de una tormenta eléctrica.
Prof. Norberto Ovando
Presidente
Asociación Amigos de los Parques Nacionales - AAPN -
Experto Comisión Mundial de Áreas Protegidas - WCPA - de la IUCN-
Red Latinoamericana de Áreas Protegidas - RELAP -
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