En una sociedad democrática moderna y al servicio del bien común, la definición del rol del Estado es un elemento fundamental.
Y aquí es, precisamente, donde claramente resulta que la versión riojana y la santacruceña han coincidido en la destrucción del Estado.
Uno, el primero, optó por decirlo sin disimulo.
Pero no podemos caer en la desmemoria y es preciso recordar que muchos de los que hoy pretenden diferenciarse fueron, en su momento, fieles servidores del privatismo que enajenó bienes y recursos del Estado.
El ex Presidente muerto y su sucesora impulsaron la privatización de YPF y fue el actual Secretario General de la Presidencia, Oscar Parrilli, el Diputado Nacional informante del proyecto en la sesión de la Cámara del 24 de septiembre de 1992.
¡Hasta cantaron el Himno!
Menem rodeado por los que hoy lo vilipendian, vendió todo cuanto pudo.
El cambio de piel no alteró el resultado.
Las políticas empleadas por el kirchnerismo han terminado también con la total ausencia del Estado, tanto como ocurrió con su maestro, aquel que fuera calificado por el ex Presidente muerto como “el mejor Presidente que ha tenido la Argentina”.
Hay datos de la historia que son implacables.
Menem contó con el apoyo incondicional de Alsogaray.
El actual Vice Presidente, elegido por la Señora, nació políticamente en las filas del Partido del ingeniero.
El riojano designó a un súper Ministro de Economía, Cavallo, que asesoró al entonces Gobernador Kirchner en el manejo de los recursos obtenidos como regalías luego de la venta de YPF.
La Presidenta actual nombró también a un súper Ministro de Economía que amplía su poder y se empeña en desconocer que teoría y práctica no son lo mismo.
Lo cierto es que por uno u otro lado, ambas versiones peronistas han terminado igual.
El neoliberal que anunció expresamente la puesta en marcha de un plan de despojo de bienes del Estado hizo lo mismo que ahora ocurre en manos de un sector que irrumpió con un aire estatista con pretensión revolucionaria pero que en verdad toma de la misma sopa y vive de los mismos vicios.
Por eso la corrupción, el nepotismo, el capitalismo de amigos y, por estos días de angustia, la recorrida mendicante por los centros del poder económico del Mundo son moneda corriente.
La visión sesgada de los setenta no alcanza para esconder la intimidad identitaria.
Son iguales.
Razón por demás suficiente para esperar algo distinto.
Como una mueca del destino, nos encontramos que las patillas, (Menem - Kicillof), sirven lo mismo para enmarcar lujurias liberales que fantasías estatizantes.
SiGesellnoticias