En el pueblo ¿se respira tal clima de beligerancia? o por el contrario, ser tan liviana su condición que ni siquiera se vislumbre el aspecto señalado y funcionarios, patrones, empleados y desempleados convivan deshistorizados en una espacialidad que aún ¡no ha alcanzado sus cien años de vida! y sin embargo, nacida bajo la vera de una condición histórica, la de patrones y empleados, emerja la futura clase dominante de políticos y apellidos e instituciones afines al poder económico del lugar.
Ahora, si decimos dominante, una pregunta no debe faltar, porque el que se encuentra bajo aquello ¿cómo se percibe, se percibe dominado?
¿Se percibe el geselino que no está en el núcleo de las disposiciones, ni en la consulta de las decisiones, ni en la posibilidad de trabajar, ni de opinar distinto al gobierno de turno o de poder estar y vivir según sus necesidades y no poder hacerlo?, ¿se percibe como un dominado?.......
No, por eso no existe esa atmósfera de beligerancia porque no hay rebelión y ni tampoco lucha, porque sólo al enemigo identificado es lo que se combate, por el cual desterrar del lugar su presente de sociedad deshistorizada lo haga desde la emergencia de un espacio abierto al cambio que toda lucha procura e inquiere, y sólo desde tal experiencia poder entender el sentido cabal del “vamos caminando, aquí se respira lucha”, como también el rebelarse ante la dominación instalada ni justificarla bajo el lema “del siempre ha sido así”, en otras palabras, por fin se ha descubierto al ENEMIGO.
Pero vivir en el pueblo, donde todos se conocen con todos, implique que surja el interrogante acerca de cómo se puede concebir a aquel político que te palmea en la espalda o ese dueño que te da una changa en temporada, el docente que te aprueba en los exámenes, el puntero que te ayuda, el funcionario que te adula ¿cómo puede considerársele el enemigo? y sin embargo, es preferible esa querella interior antes que ninguna otra, hablamos de tu inconsciencia y ser ella, entonces, tu propio enemigo, ese quien te deshistoriza y te dogmatiza respecto a la realidad social.
Sin embargo, no todo queda en haber identificado al enemigo simplemente, porque se avecina el momento de la lucha, de la resistencia, del oponerse y la lidia ¿pero cómo?, porque debes tener en cuanta una serie de condiciones que tu enemigo posee, primero, que está organizado, segundo, le asiste el poder económico y judicial, tercero, cuenta con la fuerza pública, cuarto, posee espías en todos los lugares del pueblo en donde vives, son los cortesanos, los lamebotas, alcahuetes pero presentes como compañeros, amigos, conocidos, vecinos etc., quinto, controlan la mayoría mediática del lugar.
Luchar entonces desde las ONG. y los lugares de cultura no oficiales, la lectura de textos y libros que problematizan las sociedades del lugar, apelar a lo jurídico de la no innovación, la discusión y el intercambio de ideas pero no desde unos que saben (egresados y recibidos, profesores, licenciados, máster, doctores y cuantos más) que dirigen la charla y determinan las razones, sino que se trata de un cooperar entre pares de clase, pero por sobre todas las cosas quitar de las cabezas el sentido ideológico de la ayuda, típico de toda moral burguesa y cristiana, porque yo te necesito, no voy en tu ayuda, voy a ti porque vos, el otro y nosotros, nos necesitamos ante algo en común: EL ENEMIGO, y toda lucha solidariza entre quienes se necesitan por eso, es preciso desconfiar de aquellos que se presentan como los que nos ayudan.
Y parafraseando a Galileo con su “Eppur si muove”, solo falta ver lo que está frente a nuestros ojos, al enemigo como tal que está ahí y quizás, en cada uno de nosotros.
Juan Oviedo
SiGesellnoticias