Eduardo - fue comerciante, concejal en gesell y ahora “porteño” es amante de las travesias en bicicleta, algo que le está trasmitiendo a su hijo Juani, que es periodista y además autor del recientemente aparecido libro “Historias de Villa Gesell”.
Autodidacta y emprendedor, Eduado supo encarar la pasión por las dos ruedas con mucho empeño, y siempre tratando de aprender.”Siempre nos sorprende, él es un tipo muy curioso, que vive sacándose las dudas, investigando. Y tiene una buena capacidad para incorporar conocimientos. Entonces aprende rápido. Además es muy metódico. Y así, de repente un día hace con sus propias manos un jardincito de invierno con una parrilla en la casa que teníamos en Gesell, con un techito de vidrio para poder ver la noche o la lluvia. Y cinco años después aparece pintando fileteado mi guitarra... y con la bici hzo ese proceso” cuenta Juani sin disimular su orgullo.
”Él ya me había invitado hace algunos años a cruzar a Chile. Yo siempre jugué al fútbol en distintos torneos de esos que se arman los fines de semana en Buenos Aires, donde te anotás con un equipo. También con el equipo de mi facultad. Ahí entrenábamos dos veces por semana. Sin contar innumerables picados de intensa regularidad. Pero nunca me había subido a la bici más que cuando la usaba en Gesell (como le pasó o le pasa a cualquier otro geselino). Hasta que el año pasado me empezó a dar curiosidad, y entonces mi viejo me propone hacer un viajecito con las bicis por Córdoba, con un plan de entrenamiento piola de una vez a la semana”, contó a Si Gesell Juani.
Luego de pedalearse media Buenos Aires en plan de enrenamientos, emprendieron desafios como “la bajada del Río Pinto” - que también tiene subidas - aclara Juani; en el Valle de Punilla y el periplo Capilla del Monte - San Marcos, con unos amigos.
Entre anécdotas miles del viaje, la cara de los chilenos que les preguntaban con su acento ”.. hicieron todo el viaje en bici?”, Juani saca su costado reflexivo, mechado con su buen humor, algo hereditario, ya que su padre lo alentaba: ”..“bueno, flaco, hoy vamos a hacer 50 kilómetros, y después resulta que hacíamos más, entonces yo lo quería tirar por la montaña ...”.
“Hay que estar muy bien de la cabeza para hacer esto, porque capaz estás pedaleando durante dos horas a 5 km/h porque el camino es empinado, entonces vas despacio, en el silencio de esas inmensidades, y la cabeza empieza a darte vueltas, la ansiedad te come y surgen preguntas existenciales del tipo: “¿qué m.... hago yo acá pedaleando a paso de hombre en esta montaña abajo del sol furioso, pudiendo estar en mi casa tomando un jugo con el aire acondicionado?”.
La vuelta fue en micro: desarmaron las biciletas y emprendieron el regreso. Pero quedaba una anécdota más: ”En la frontera Mahuil Malal (la que tiene el volcán Lanin) un ente de la AFIP pidió abrir las cajas. No nos creía que habíamos cruzado en bici. Nos pidió los documentos y desapareció. Suponemos que llamó a la gente de la frontera por la que habías cruzado a la ida, a ver si era cierto. Volvió haciendose el macanudo y pidiendo disculpas. Después de una semana hermosa a Chile, nos dábamos cuenta de una forma muy gráfica que estábamos volviendo a Argentina...”, señala.
El duo no se queda en esto, y Juani nos cuenta que ..tenemos ganas de seguir pedaleando juntos. El sueño de mi viejo es andar por el Tíbet (el año pasado alquilamos dos bicis en Katmandú, la capital de Nepal, pedaleando por los Himalayas, bastante cerca del Tíbet), y yo me conformo con ir al norte, Salta y Jujuy, aunque también estuve viendo unas fotos del desierto de Namibia, en África, un destino bastante recurrido por los amantes de las bicis. Igualmente lo más problable es que busquemos otro destino en Córdoba, más a mano, pero quién nos impide soñar, no?..”
Es que lo que hace a la vida interesante es la posibilidad de compartir los sueños.
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