No hay dudas que los primeros años del kirchnerismo, a favor de condiciones externas más que favorables, trajeron consigo un período de crecimiento que lamentablemente se abortó y no alcanzó a transformarse en lo que pudo ser.
La obsesión del ex Presidente muerto eran cuatro pilares que ya no existen.
Dólar competitivo, baja tasa de inflación, superávit interno y saldo favorable en la balanza de pagos, hicieron posible un crecimiento económico transitorio que se esfumó en el camino del autoritarismo y la ceguera idiologista.
Cumplido el primer semestre de este año, los números indican que nada quedó de aquello y, por el contrario, estamos en medio de una crisis que ha de costar mucho superar.
Sucede que los Gobiernos son más por lo que dejan que por lo que hacen.
Y aquí no hay dudas que la herencia será dolorosa.
No sabemos, al momento de escribir estas líneas, que pasará con los fondos buitres.
No sabemos para donde marchará el Juez Griessa.
Tampoco sabemos, porque ni ellos parecen saberlo, que harán la Presidenta y el Ministro de Economía, “la Señora y el Muchacho”, como dijera el Presidente de la Unión Industrial Argentina, (UIA), ahora tomando distancia como siempre cuando el recambio es inminente.
Los números destrozan el relato.
Todos los índices de medición económica son negativos.
El consumo de energía y combustible, la producción industrial, la automotriz, el balance de comercio exterior que resulta de comparar lo que vendemos y lo que compramos afuera son todos decrecientes.
Hay además, miedo y desconfianza.
La inseguridad aflige, el paseo de funcionarios por los tribunales avergüenza, la escuela pública no puede caer más porque está el piso, las Provincias son feudos paralizados y sometidos.
Este Gobierno que levantó hasta la exageración las banderas del populismo nacionalista, la soberanía y la independencia es el mismo que resignó nuestro destino a la Justicia de New York.
Los bonos de la reestructuración de la deuda del 2005 fueron firmados por Kirchner y Lavagna.
Los del 2010 por la actual Presidenta y su Ministro Boudou, el hoy procesado Vicepresidente.
¿de qué soberanía hablan?
Lo que quede cuando ya no estén será una pesada carga sobre nuestros hombros.
Hay que aclararlo porque de esta forma debemos evitar las especulaciones que en alguna cabecita loca pueden hacer pensar que esas mismas dificultades pueden acelerar un retorno que sería una tragedia.
Tantos años transcurridos deben servirnos para prepararnos para un período complicado que al menos nos evite tropezar dos veces con la misma piedra.
Sobre todo porque ya tropezamos tres veces y por lo tanto la cuota ya está sobradamente paga.
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