Por ello en sintonía con ese develar que lo tácito vela, trataremos de desglosar esos supuestos que lo hacen como tal, entonces:
Si la renuncia ha sido escrita, la nueva autoridad simplemente no la acepta, eso significa un aval a las funciones de ese funcionario pero también, revele algo más importante aún, que la dirección política entre una y otra gestión, son las mismas y más allá de distintos apellidos, ella no cambia, una continuidad se mantiene por el cual las renuncias escritas, no serán aceptadas.
Si la renuncia es moral, tal aspecto señala que la persona sabe que no es dueña de esa función, y que el cargo no le pertenece, no es algo privado sino público y el que le fue otorgado por otra persona que tuvo en cuenta sus cualidades individuales, valores afines, empatía axiológica etc., por el cual tales condiciones exigirán acompañar a quien ahora no se encuentra, más allá que exista empatía con la nueva autoridad.
Si la renuncia es personal, muestra que ese funcionario no comparte la forma de ser y de conducirse del nuevo funcionario que es su superior, más allá que éste, no haya ejercido cabalmente su función como nueva cabeza de la comuna pero la enemistad, antipatía y rechazo ser las causas de tal renuncia.
Si la renuncia es partidaria es porque no interviene en el proyecto de la nueva gestión, se opone a ella y no comulgue con el sentido de la misma, por el cual el choque es ideológico y significado último de todo hacer político.
Y a las señaladas poder agregárseles varias más.
Pero, ¿si revertimos la pregunta?, ¡si no hubieran renuncias tácitas!, pedir las renuncias sería el próximo paso, entonces, nada de lo que dijimos y que estaban presente en forma tácita lo estaban. Y eso implique que los vigentes funcionarios de la pasada gestión Erneta, no poseen ni tienen las características que hemos señalado y configuran a lo tácito, entonces, ante la falta de renuncias si o si se los debe renunciar, por el cual con el eufemismo de renunciados en el fondo se señala que han sido, simplemente echados.
Sin lugar a dudas que una suerte de desprotección experimentan aquellos funcionarios ante un nuevo jefe y que no los ha elegido, y como la frase de Hamlet “ser o no ser”, análogamente se digan “renunciar o ser echado”, que antes que un dilema marca el paso de algo más trascendental: dignidad o miseria.
Y pone en la palestra, la verdadera dimensión de quienes gobernaban en el pueblo, de los que tomaban decisiones, presentaban sugerencias, eran permanente consultados, aparecían en los medios, estaban en las fotos,…….. los echados.
Juan Oviedo
SiGesellnoticias