Lo interesante fue el revuelo causado por ese afirmar del hacer un espacio digno a lugares que en el colectivo, están posicionados como expresión de pauperización, miseria, desigualdad brutal, tal como las postula la señora Margarita Barrientos al replicar a Víctor Hugo respecto a las villas “No recibo correo, no hay cloacas, no entran las ambulancias, eso es la vida en la villa. ….Hay chicos que no conocen el Obelisco, menos un cine. No piensan en ir a un cine".
Hablamos de dos tipos de villas, de dos modelos de villas donde una de ellas se va alejando de su origen calamitoso y hoy día, más funcional con un sentido de integración y no de marginalidad, se trata, entonces, de dos tipos de villas tal como las que coexisten en el pueblo, la villa del verano y la del invierno, la villa de los servicios y la recesión, la villa en los que trabajan todo el año y los que lo hacen con changas etc., vale decir, la villa funcional al balneario con sus condiciones materiales según lo que producen y hacen, que los convierte en merecedores habitantes del lugar y en personas valiosas, se trata de los patrones y de los jefes, los dueños de las cosas, por el cual la dignidad en el pueblo se halle asociado a lo material, dignidad como merecimiento según el orden de lo material.
Por el cual esa dignidad, sólo sería posible en la villa del verano que es el balneario y la de los servicios como paradores, hoteles, restaurantes, en los devenidos encargados por antigüedad para controlar a los nuevos trabajadores en temporada, en lo visible del lugar y a lo que se muestra y vender, como producto que es debe ser marketinizado, desde la virtualidad de la imagen que sólo pondera la villa de la dignidad. Pero la otra, la villa que señala la señora Barrientos, la de las difíciles condiciones de vida material, social, cultural es la villa indigna, la que nadie se merece, sin embargo, existen, estamos frente a un extraño crecimiento que anula todo desarrollo, como significa el crecimiento de asentamientos, y sabemos que tal progresión niega la potencia a todo desarrollo.
Si lo digno es lo que nos merecemos y tal merecer se vincule a lo material, sin lugar a dudas que los dueños y patrones determinen el merecer de terceros cuando contratan, generan empleos, ascienden a encargados, capataces, directivos etc., aportando la migaja material del llamado salario, entonces, la dignidad de empleados, obreros, changadores y mano de obra en general, no constituya un rasgo construido por ellos mismos sino desde una condición otorgada por los dueños y su intervención explotadora, la dignidad según la acción autónoma que los exprime sin más.
Entonces, ¿que implica tal heteronomía?, toparnos con personas que no eligen, no optan o no pueden actuar según sus propios intereses sino pivotar alrededor de la conveniencia de dueños, patrones y de los apellidos honoríficos del pueblo, ante las necesidades materiales que se deben resolver y que por los buitres del pueblo que mandan, ordenan y reinan, jamás se pueda resolver.
Pero dejemos de lado lo señalado, como un exceso demasiado apegado a la definición de “digno por merecedor”, todos sabemos que la dignidad participa del fuero íntimo de cada persona, por el cual patrones, ex intendentes, funcionarios o candidatos en este pueblo, si bien con un entorno material favorables, como ricos, poderosos y cuantas cosas más, pertenezcan a cierta categoría del oprobio cuan digna condición.
Y eso les arrebate definitivamente, que ellos, otorguen dignidad en este pueblo……
Juan Oviedo
SiGesellnoticias