Y como si esa ciudad mítica no quisiera desprenderse de sus secretos, el clima para charlar con Juani sobre su libro no era el mejor: en la rambla de playa y 111 nos reunimos para hacer unas fotos, con un sol a pleno, viento y mosquitos.
Aun así, y achicando los ojos por la tremenda resolana, Juani fue desgranando el hilo conductor de su trabajo. Con ganas de hablar proporcionales al tiempo que no nos veiamos, le conto a si Gesell que : ”..a Villa Gesell se lo catalogó históricamente como “el paraíso de la juventud”. Lo que no ha sucedido, hasta el momento, es que un joven cuente su historia: todos los libros publicados fueron escritos por personas que abordan el fenómeno de la ciudad respaldados por la experiencia de su adultez, lo cuál invariablemente los obliga a tomar como punto de partido el “relato oficial” de Carlos Gesell y su epopeya imposible de hacer crecer árboles en la arena.
Mientras nos guareciamos del sol, siguió contando que ...” pertenezco a una generación posterior. A la de los nacidos y criados en la ciudad. Por eso me ubico en otra perspectiva, acaso más crítica, o por lo menos alejada de aquel mito fundante que se repite como un cuentito (seguramente porque nosotros, a diferencia de nuestros antecesores, no vivimos la Villa de Carlos Gesell, sino la que se desarrolló luego de su muerte, en 1979, año en el que se inicia la expansión poblacional fuerte, su emancipación de Madariaga y su consolidación como ciudad más allá del sueño del fundador y de sus pioneros).
No tengo pretensiones enciclopédicas. Todo lo contrario: mi humilde ambición es proponer una nueva forma de entender Villa Gesell a partir de historias célebres, desconocidas o marginadas del relato oficial. Hay de todo: el mito de la presencia nazi, Tita Merello en reclusión mística después de su retiro profesional, lugares emblemáticos de la ciudad, los trabajos de inteligencia y los cuerpos que aparecieron en la playa durante la última dictadura, los equipos de fútbol locales, la relación de Carlos Gesell con sus dos esposas, y hasta la historia de un perro del muelle que se hizo famoso. Ir a lo general desde lo particular. Por eso, el libro, desde su mismo título, aclara que no ofrece “la Historia”, sino “historias”.
Porque vos decís que sos de Gesell… ¡y todo el mundo tiene una historia en Gesell, o conoce alguna historia célebre o legendaria del lugar! Es que Gesell tiene algo particular con respecto a su capacidad de congregar historias. Al leer el índice del libro te das cuenta. Creo que tiene que ver con la informalidad que tuvo desde sus orígenes, que fue la que la hizo destacarse de otras ciudades balnearias. El libro salió en febrero, pero tenía algunos errores, así que los corregí para esta reedición que, además, incluye mejoras en los 30 capítulos anteriores y suma 10 nuevos. Están presentado a modo de microrrelatos, digamos que su unidad nuclear se parece más bien a una nota periodística, corta, pensada para poder leerla cuando uno va al baño (je). Y también para que se puedan leer de manera continua porque tienen cierto orden cronológico, o salteada, viendo los capítulos en los que hay de todo: hay cultura, política, urbanismo, arte, y policiales también.
Y, por supuesto, hay mucho de joven. O sea: mucho de rock. Desde el verano fundacional de 1966 (cuando surgió Los Beatniks, grupo que grabó el primer disco de rock en Argentina), la visita de Sui Generis en el marco de la primera gira rockera de verano por la Costa, el flaco Spinetta grabando un cortometraje en la 3, Willy Crook (nuestro geselino ilustre desconocido), Gaston Goncalves de Los Pericos escondido en la Dictadura (su papá fue uno de los primeros desaparecidos), Sumo estallando por los aires en un balneario antes de constituir su formación más emblemática, Los Tipitos haciéndose de abajo en la Peatonal, el distinguido vecino Perro Serrano o La Renga viniendo en carpa y tocando a la gorra en la Avenida 3.
Pero no son las únicas postales que identifican a la juventud. También está la historia del célebre Carlitos (¿quién no se bajoneó un panqueque con licuado a la hora que fuere?), el Che Guevara iniciando en Gesell su legendario viaje en moto por Latinoamérica, el festival Uncipar (el más groso de cortometrajes en Argentina), los bemoles del trabajo golondrina (muchos pibes hacen sus pininos como tarjeteros de boliches, no lo olvidemos) y hasta la triste historia de Agostina Sorich, una piba de 12 años que un día desapareció y ni la Justicia ni la policía se preocuparon demasiado por buscarla.
El humus de este laburo fue el trabajo de archivo, muchas entrevistas, y notas publicadas en distintos medios (El Fundador, Pagina/12, Perfil.com, Rolling Stone y PulsoGeselino.com.ar).
E libro ya se puede conseguir en todas las librerías de Gesell, también en el Museo y como opcional junto al Semanario El Fundador en los kioscos de diarios y revistas. Y en dos librerías de Buenos Aires.
La presentación será el 14 de diciembre en el Museo de Gesell. Y antes en el auditorio del Congreso de la Nación, en Buenos Aires, ”gracias a la diputada Adela Segarra, que lo declaró de Interés Cultural de la Cámara de Diputados”.
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