La de agenda señale la ausencia concreta de hechos por la distancia que hay respecto con lo real que siempre debe pivotar en las necesidades de la gente, pues pareciera que llegar a la condición de opositor, no lo es por una mirada distinta acerca de ¡cómo se conduce un país!, simplemente por no pertenecer a esa línea que gobierna el país, tal no pertenecer los torne opositores.
Y eso ¿qué significa?, que si lo real de todo ejercer político se encuentra en la acción, en la gestión y en el hacer, tal oposición por carecer de realidad como tal, no posea agenda y por ello depender del aparecer mediático junto al discurso opositor, porque si ese no contacto con lo real, hace que se pierdan los referentes que determina al hecho político como una mera pantomima, un simulacro sujeto al buitraje simbólico, atentos a los despojos que puedan tomar de la realidad, la marcha del 18 implique un efecto del acecho carroñero como metodología posicionada.
Así, esa ausencia de realidad se correlacione con una ausencia de gestión, entonces, el fundamento de la oposición se muestra claro y preciso, se es tal porque no se pertenece al arco político que gobierna, olvidando un punto sustancial y redundante en la matemática necesaria, que para ser gobierno; ese opositor necesitará convertirse en una cabal representación de aquel que intenta llegar.
Toda representación participe de la dialéctica del juego verdad-ilusión, y pueda delimitarse según la paradójica presencia en los cambio de gobiernos, las continuidades, léase reelecciones en nuestro país, con el único antecedente por el momento -la década de los noventa-, señalo a posteriori una profunda necesidad de cambio. Que mostro como nadie la ilusión votada como representación, los sucesivos gobiernos, más coyunturales que otra cosa desnudaron que la representación quedaba jaqueada entre mandatarios y sus gestiones, que no representaban la necesidad de la gente, por lo tanto, la pregunta indague si la representación, en el fondo, se trate de una fragua impuesta y algo ajeno a la gente, que termina aceptando como propio lo ajeno, y que no es más que la figura y la palabra de un candidato.
La sospecha de la fragua de la representación está patente en todo candidato y por ello, los opositores se posicionen como representantes bajo el lema de cubrir las necesidades de la gente, pero la reelección del gobierno de los 90 señaló la gran ilusión en la Argentina, con un gobierno actual que posee otros horizontes e intereses contrarios a los de aquello, genere la pregunta de ¿ si es el presente gobierno la cabal representación de los intereses de la gente?, antes del citado ejemplo se podría afirmar que si, pero tras el ejemplo señalado ya no es seguro en donde reside la cabal representación ¿el cambio de gobierno y sus hechos lo habrán de mostrar?
Algo es seguro, el a priori de la representación se fragua mediáticamente, mientras, los hechos son lo único que determina si ellos pivotan para soliviar las necesidades de los representados, de sus problemas, ya que sólo la gestión y la agenda en batalla con la realidad, hacen posible y determina el fenómeno de la representación.
Y con tal marco de fondo ¿qué hay entender o mirar en esta marcha propuesta para el día 18?, una oposición que encuentra en este hecho luctuoso una posibilidad a gestionar como oposición, carente de realidad para topar con lo empírico de una totalidad, busque su espacio en el reino de lo simbólico como toda marcha y movilización significan, y posicionar desde ahí un momento propio pero vacio de gestión y por ello, llenarlo con gente de todo el arco social burgués junto a las sombras chinas que lo mediático configura, así, retornen las apariencias de lo fugaz sin contenido propio ni experiencia de gobierno, se posicionen como autodidactas para resolver las problemáticas vigente de inseguridad, drogadicción, inflación, violencia, desnutrición, ambientación y cuantas cosas más.
¿Cuál es el mensaje de todo esto?, que hasta que no exista una política de Estado, todo serán políticas de gobierno, sujeto al “todo pasa y todo cambia”, quizás en una política de Estado se encuentre la verdadera representación, mientras, elecciones, reelecciones o la fugaz primavera que pasa todo gobierno vencedor desde una perspectiva histórica nacional, se posicione milenaria, pero para otros, lo secular, reviste una histórica realidad diferente, vivir la condena de la indigencia y desigualdad estructural, aquellos de carne y hueso pululando sin fiscal que los defienda ante la injusticia cometida por nacer pobres, vivir en villas, ser joven, lograr changas, estar en negro, en escuelas con liviano pasar o simplemente ser Qun, desertificación, negro, bolita y nadie haga nada o todos, el hacer de la insuficiencia y para ello, representarlos.
Juan Oviedo
SiGesellnoticias