Tal ejemplo lo hallamos en la presencia de Rigoberto y al que sus propios compañeros le apodaron “el hígado de oro” y veamos por qué.
Un cliente, es alguien que asume esa condición desde el momento que va a consumir y va a ser atendido por un tercero, pero hay clientes y clientes, los ubicados que saben de la relación atención-respeto y los desubicados que exigen, demandan, protestan por cualquier cosa y maltratan a quienes los atienden, estos energúmenos abundan y se lo puede ver por todos lados.
Todo mozo sabe de la condición insoportable de esos segundos, por ello cuando son percibidos como tales, no quieren saber nada con ellos, pues su propio carácter los puede traicionar reaccionando ante una falta de respeto o mal trato del cliente y por ello, evitarlos, ese es el momento que interviene en la escena nuestro amigo Rigoberto.
una primera impresión todo cliente es semblanteado como difícil, molesto, irrespetuoso o normal, entonces, en una segunda visita de ese cliente cuando regresa para su almuerzo o cena, hablamos de hoteles de cinco estrellas con el servicio “all inclusive”, él se encarga de recibirlos y a tales fines apele a las siguientes palabras, “que amable señor, lo estábamos esperando, permítame que lo conduzca, es un gusto volver a tenerlo entre nosotros”, por supuesto, los gestos y la acción corporal de Rigoberto van acompañando ese decir al energúmeno de turno en su condición de cliente.
Quizás el cliente quede un poco confundido, pero después de volver a repetir el mismo trato por la parte de de Rigoberto, siempre atento a todas clase de inquietudes, de reproches y quejas, poco a poco, los impresentables comienzan a tener otro tipo de actitud, ante el hecho civilizatorio del buen trato, que implica la prestación del servicio entre servicial, irónico y sin lugar a dudas, del sabio trato personalizado que dispensa nuestro amigo en cuestión.
Así, en los hoteles internacionales todo incluido, mozos y clientes conviven por cuatro o siete días, desayunos, almuerzos y cenas, y la capacidad de los servidores inmediatamente capten a aquellos presos de su miserable autoimportancia, la derramen en un contexto que no ha sido creado para eso y por ello, nadie los quiere atender: ellos son los clientes del “hígado de oro” y refute notablemente a la teoría de los cuatro humores creada en la antigüedad.
Salve Rigoberto…….
Juan Oviedo
SiGesellnoticias