La quema de urnas, el robo de boletas, las urnas preparadas con votos oficialistas que terminan dando al candidato oficial más votos que los inscriptos en el padrón de mesa, el reparto de dinero y mercadería en bolsones para comprar conciencias son un testimonio de la desvergüenza de los sinvergüenzas.
El sistema electoral está herido de muerte y, aunque tarde, es bueno que la oposición se haya unido en el reclamo de otras formas modernas que sirvan para que la voluntad de la gente no sea adulterada por una organización mafiosa que gobierna.
No será posible que los cambios lleguen antes del 25 de octubre, razón por la que se deberán extremar los cuidados para que no nos estafen en las presidenciales.
No será fácil, pero la advertencia tucumana deberá afilar el ojo y, si hiciera falta, cerrar los puños para defender las urnas.
Para completar el descaro de la mañana y tarde, la noche terminó con policía apaleando hombres, mujeres y niños que colmaron la Plaza Independencia tucumana para expresar su repudio ante el intento de robo de su dignidad y su condición ciudadana.
Como en tiempos de la dictadura, este gobierno que gusta mostrarse con la ropa de los Derechos Humanos mandó a sus esbirros a pegar duro para silenciar el reclamo popular y consolidar su estafa.
En medio de esta escena de agresión y burla cabe preguntarse cómo es posible que el candidato presidencial de “la Cámpora” y la Presidenta se haya sumado a los festejos.
El fraude y la represión no se festejan, sean a favor o en contra.
Cuando el viento de la verdad y la decencia sopla fuerte se corren los velos que disimulan la formalidad fingida.
Daniel Scioli es una víctima de sí mismo y está absorbido por su sentido de pertenencia al peronismo que aprendió de Menem, de Duhalde, de Néstor y de Cristina.
Por eso se sumó a la fiesta como si nada y, como uno más, siguió con su rezo laico de “fe y optimismo” mientras se quemaban las urnas a la mañana y les rompían la cabeza a palos a los manifestantes a la noche.
Es hora de recordar que el prestigioso periodista deportivo Diego Bonadeo dijo en su momento que los títulos mundiales del motonauta eran una ficción de un deporte inexistente.
Es posible, porque el tipo de competencias que hizo famoso a Scioli no existen en ningún lugar del Mundo.
Si partimos de esos cimientos, es casi inexplicable que el edificio pueda mantenerse en pie.
Sus 8 años al frente de la Provincia de Buenos Aires sirven también para medir su condición ejecutiva.
Se fue de paseo con millones de hectáreas bajo el agua producto de su inoperancia en la ejecución de obras imprescindibles, aceptó mansamente que la Presidenta le ponga un comisario político en la Vice Presidencia y le llene las listas de diputados como carceleros de “la Cámpora”.
La Educación es un tema que le resulta ajeno, la Salud no lo inmuta y la decadencia de infraestructura es una realidad que sufrimos todos menos él, porque en el helicóptero no se notan los baches.
El candidato debe saber que asociarse con señores feudales de la calaña de los Alperovich, los Insfran, los Capitanich o la Milagro Sala no ha de ser gratis.
Someterse mansamente a la religión de “la Cámpora” menos.
Claro que hemos de ser nosotros, los ciudadanos de a pie los que le marquemos la ruta.
Su participación de las maniobras de fraude en Tucumán y la indiferencia ante la represión salvaje de la policía son datos que deben acompañarnos en el cuarto oscuro.
Como otras muchas veces ha sido dicho desde aquí, la libertad de elegir es un derecho irrenunciable.
Pero esa libertad debe construirse con el análisis de cada conducta, de cada antecedente y de cada propuesta.
Para que la Democracia sirva para mejorar la vida, no pueden estar al frente de la empresa común que es la Patria los que celebran el fraude y la represión.
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